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Shep-en-Isis desata en Suiza un espinoso debate

24.03.2023 – DENISE LACHAT

Para cualquier comunidad, el patrimonio cultural es sinónimo de identidad. Por ello, el robo de bienes culturales crea grandes revuelos, sobre todo en aquellos países que antaño poseían un imperio colonial. Pero Suiza también alberga controvertidos tesoros culturales. Tal el caso de Shep-en-Isis, una momia que se conserva en San Galo y está suscitando acalorados debates.

En el admirable salón barroco de la biblioteca abacial de San Galo, una de las más antiguas e importantes del mundo, yace la momia de Shep-en-Isis, hija de un sacerdote egipcio, fallecida en el siglo VII a. C. a la edad de poco más de treinta años. ¿Es San Galo y el ataúd de cristal en el que se exhibe el lugar de sepultura apropiado para Shep-en-Isis? ¿Realmente se trata del “mausoleo más bello que pueda imaginarse”, como lo proclama el letrero colocado en esta biblioteca? Tal es la pregunta que, hoy por hoy, está suscitando acalorados debates en Suiza. En noviembre de 2022, al recibir el premio de cultura de su ciudad, Milo Rau, Director Teatral de San Galo, declaró que donaría el montante de su premio, unos 30 000 francos suizos, para lograr que la momia regresara a Egipto. Organizó un “evento artístico” a favor de la devolución de Shep-en-Isis a su país de origen, paseando una momia falsa por la ciudad y denunciando la exhibición de la momia real como “permanente afrenta moral”. En una “Declaración de la ciudad de San Galo”, que Milo Rau redactó conjuntamente con un comité, denunció lo que considera un “saqueo, una falta de respeto o, al menos, de escrúpulos”, indigna de esta importante metrópoli cultural.

Shep-en-Isis en su sarcófago de cristal. Cada noche, el personal se despide de ella colocando un paño blanco sobre su sarcófago, antes de cerrar las puertas de la biblioteca abacial. Foto Keystone

Una momia sepultada originalmente en Luxor

¿Qué ocurrió? Originalmente, Shep-en-Isis estaba sepultada en Egipto, probablemente en la necrópolis ubicada cerca de Luxor. ¿Acaso “fue extraída de su sepultura por saqueadores de tumbas”, tal y como escribe el comité formado en torno a Milo Rau? Nada permite afirmarlo, dicen los encargados de la biblioteca abacial, quienes, en respuesta a la “Declaración de la ciudad de San Galo”, señalan que no es correcto hablar de un saqueo de Egipto en el siglo XVIII: subrayan que desde la campaña napoleónica de Egipto, iniciada en 1798, fueron los científicos franceses, ingleses y más tarde también alemanes, quienes se dedicaron a investigar intensamente el patrimonio cultural del antiguo Egipto, a diferencia de los propios egipcios, quienes apenas mostraron interés por su propio patrimonio. Para ilustrar esta afirmación, los bibliotecarios mencionan al virrey egipcio Mehmet Alí, quien en 1830 calificó una de las hoy mundialmente famosas pirámides de Guiza de “ruin montaña”, con cuyos “escombros” pretendía construir canales en Egipto. Su destrucción solo pudo evitarse gracias a la oportuna intervención del cónsul francés en Alejandría, agregan en su comentario.

El sarcófago de Shep-en-Isis en la biblioteca abacial de San Galo. Foto: iStock

Una cuestión de dignidad

Shep-en-Isis llegó a San Galo hace unos doscientos años. Se dice que fue Philipp Roux, un hombre de negocios alemán, quien la compró en Alejandría, junto con dos sarcófagos de madera, y la envió a un amigo suyo, el político Karl Müller-Friedberg, fundador del cantón de San Galo. No está del todo claro si Müller-Friedberg recibió la momia como regalo o si la compró. A su llegada a San Galo, de acuerdo con el informe de los estudiosos invitados al acto, Shep-en-Isis fue desnudada hasta los hombros y, tras una ceremonia festiva, cada invitado recibió un trozo de gasa como recuerdo. ¿Es esta la falta de respeto que denuncia Milo Rau? Recientemente, la etnóloga alemana Wiebke Ahrndt señaló que en el siglo XIX era común celebrar fiestas en las que se desenvolvían las momias, y esto no solo en Europa, sino también en el propio Egipto. El pasado no puede deshacerse, comenta Ahrndt, quien, como autora de una guía sobre el “Tratamiento de restos humanos en museos y colecciones”, opina que las momias pueden exhibirse, siempre que esto se haga de forma digna y que el país de origen no se oponga a ello. Los museos egipcios también exhiben a sus momias, subraya Ahrndt, quien señala que su exportación incluso fue legal hasta 1983. Por su parte, los encargados de la biblioteca abacial de San Galo hacen hincapié en que la exposición de Shep-en-Isis no pretende saciar ninguna curiosidad morbosa. Afirman que su presentación se ajusta a la práctica museográfica habitual y que incluso las fotos que la biblioteca pone a disposición de los medios de comunicación muestran la momia a cierta distancia, con el rostro de perfil.

¿Son suficientes estas explicaciones para mantener a Shep-en-Isis en San Galo? Al parecer, el Consejo Católico del cantón de San Galo, organismo de derecho eclesiástico propietario de todos los bienes de la biblioteca abacial, está reaccionando ante las críticas de Milo Rau y reconsiderando su postura. Tres semanas después del “evento artístico”, la dirección del Consejo Católico decidió “contemplar seriamente la posibilidad” de devolver a Shep-en-Isis a su país de origen, en colaboración con las autoridades egipcias competentes.

Tesoros culturales de la época nazi

En Suiza, los debates en torno a la investigación del origen de bienes artísticos y culturales extranjeros (la llamada “investigación de procedencia”) se han centrado principalmente en el oro y las obras de arte robadas durante la Segunda Guerra Mundial. En 2002, un grupo de expertos encabezados por el historiador Jean-François Bergier presentó al Consejo Federal un extenso informe que ponía en evidencia la estrecha colaboración del sector económico suizo con el régimen nazi. Las obras de arte vendidas durante el nacional­socialismo en Alemania (1933-1945) fueron a parar a colecciones privadas y públicas. Desde la óptica actual, es absolutamente necesario aclarar si se trata de piezas robadas por el régimen nazi. Este compromiso moral se hace patente, por ejemplo, en la exposición del Museo de Arte de Berna, que en 2014 aceptó el legado del coleccionista de arte Cornelius Gurlitt, que incluye obras de esa época.

El caso Gurlitt marcó un antes y un después. A raíz de este precedente, el Consejo Federal decidió poner a disposición de los museos suizos 500 000 francos anuales para la investigación de procedencia. Con esto no se llega muy lejos, dice Joachim Sieber, Presidente del Grupo de Trabajo Suizo para la Investigación de Procedencia (SAP, por sus iniciales en alemán), pero al menos se ha dado un primer paso.

Según la Oficina Federal de Cultura, los bienes culturales son testigos palpables de la cultura y la historia, además de portadores de la identidad individual y colectiva. Son factores determinantes de la autopercepción y cohesión de una sociedad. De ahí que la protección del patrimonio cultural constituya actualmente una de las tareas prioritarias del Estado.

La era colonial, en el punto de mira de los políticos

El patrimonio cultural procedente del comercio colonial es otro “problemón” que deberá abordar la investigación suiza de procedencia. Esto puede parecer paradójico a primera vista, ya que Suiza nunca tuvo colonias. Pero Joachim Sieber lo tiene claro: “Suiza era y sigue siendo parte del entramado comercial (post)colonial europeo”. Precisamente por no haber sido nunca una potencia colonial, con la caída de los imperios coloniales y el final de la guerra en 1945, las empresas suizas pudieron presentarse ante las naciones recién constituidas como socios por encima de toda sospecha. Pero incluso en la política se está produciendo un cambio de paradigma. Así lo demuestran, según el Presidente del SAP, los numerosos debates, mociones e interpelaciones en el Parlamento de la Confederación, “aunque esto resulte desagradable y haga tambalear la imagen que Suiza tiene de sí misma como nación neutral, igualitaria, solidaria y humanitaria”.

 
 
Un bien patrimonial, objeto de disputa entre confederados

Un impresionante globo terráqueo fue objeto de un robo cultural entre confederados: en 1712, durante la guerra de Toggenburgo, los zuriqueses se apoderaron de la esfera de 2,3 metros de altura perteneciente a la biblioteca abacial de San Galo, junto con valiosos manuscritos. Si bien un acuerdo de paz estipuló la devolución de numerosas piezas, los zuriqueses se quedaron con el globo. Casi 300 años más tarde, una disputa judicial estuvo a punto de llegar hasta el Tribunal Federal: en 1996, el gobierno de San Galo dio un ultimátum a los zuriqueses para la devolución del globo terráqueo. Gracias a la mediación de la Confederación pudo lograrse un compromiso satisfactorio para todos: si bien los zuriqueses pudieron conservar el original en el Museo Nacional de Zúrich, tuvieron que realizar una copia fiel para San Galo. Durante la entrega de la réplica en 2009, el Museo Nacional, la biblioteca abacial de San Galo y la Biblioteca Central de Zúrich acordaron, además, desarrollar una versión digital del globo. Desde diciembre de 2022, este globo digital creado en colaboración con la Escuela Superior de Artes de Zúrich es accesible al público (www.3dglobus.ch). De esta manera, San Galo y Zúrich parecen haber enterrado definitivamente el hacha de guerra.

Un debate de amplitud mundial

Muchos países europeos están sumergidos en un debate sobre el expolio de obras de arte durante la era colonial. Algunos se disculpan oficialmente, como los Países Bajos. Otros, como las monarquías belga y británica, se limitan a formular palabras de pesar. Y otros ya han pasado a la acción. Por ejemplo, a finales de 2022 Alemania empezó a devolver bronces a Nigeria. El reino de Benín, situado en la actual Nigeria, fue atacado por las tropas coloniales británicas en 1897; miles de objetos fueron saqueados del palacio del rey, vendidos en el mercado de arte, hasta acabar en manos de coleccionistas de todo el mundo. Actualmente, Nigeria exige que sus bronces se reconozcan como arte expoliado. Lo que muchos ignoran es que también los museos suizos poseen unos cien objetos que podrían proceder de Benín. Bajo la dirección del Museo Rietberg de Zúrich y con el apoyo de la Oficina Federal de Cultura, ocho museos se han unido para formar la “Iniciativa Benín de Suiza”. Su objetivo es crear transparencia sobre las colecciones mediante la investigación y el diálogo con Nigeria, ya que el diálogo es un elemento clave para tratar el patrimonio cultural. Ya en 2017, cuando el Presidente de Francia anunció la devolución de bienes culturales, Bansoa Sigam, antropóloga y museóloga de Ginebra, subrayó en la Westschweizer Radio que entre el Norte y el Sur era necesaria una colaboración de igual a igual. La descolonización significa “afrontar nuestra historia con franqueza y hallar soluciones”. De ahí puede surgir también una dinámica que propicie una “escritura global y conjunta de la historia”, por la que aboga Bernhard C. Schär. Para este catedrático de la ETH, es un error estudiar y enseñar la historia europea de forma aislada. La historia, dice Schär, siempre es producto del intercambio entre pueblos y personas.

Shep-en-Isis, como pudo haber sido en vida: a principios de 2022, forenses italianos lograron reconstruir su rostro a partir de una tomografía. Foto IMAGO

La devolución no es la única solución

Hoy por hoy se estima que más del 90 por ciento del patrimonio cultural africano de la época colonial no se encuentra en África, sino en Europa y los EE. UU. ¿Deberían devolverse todas estas obras? Joachim Sieber opina que no. La devolución, afirma, no es la única solución. Estos bienes culturales podrían, por ejemplo, devolverse y luego recomprarse, o prestarse a título permanente; también sería posible señalar, junto al objeto expuesto en el museo, el nombre de su propietario original. Para el Presidente del SAP, lo importante es que se encuentre una solución mediante el diálogo y la colaboración con las sociedades de procedencia. Volviendo al ejemplo anterior, cabría la posibilidad de que el Gobierno egipcio no desease que se le devolviera la momia Shep-en-Isis y que optara por una solución de mutuo acuerdo con el Consejo Católico de San Galo. Hasta que llegue ese momento, Shep-en-Isis seguirá atrayendo a unos 150 000 visitantes anuales, y cada noche el personal de la biblioteca seguirá despidiéndose de ella con un pequeño ritual: cuando se cierran las puertas al público, el ataúd de cristal se cubre con un paño blanco y se pronuncia el nombre de Shep-en-Isis. Así es como se rinde tributo a la hija del sacerdote y se invoca la eternidad al más puro estilo egipcio.

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El “Narrenschiff” [“La nave de los locos”], obra del humanista Sebastian Brant publicada en 1494 en Basilea, es una sátira moralista ilustrada, en la que los locos representan los vicios humanos.

 
 
Suiza no está a salvo del robo de obras de arte

Ni siquiera los países ricos, tales como Suiza, están a salvo del robo de obras de arte. Durante siglos, los monjes capuchinos de Friburgo cuidaron de su valiosa biblioteca, pero al parecer no siempre con la suficiente atención. Así, los frailes no se percataron de que durante la Segunda Guerra Mundial les robaron el “Narrenschiff” [“La nave de los locos”], del siglo XV. En 1945, esta extraordinaria obra que data de los albores de la imprenta apareció en manos de un comerciante neoyorquino y terminó, más adelante, en la Biblioteca del Congreso de Washington, una de las más grandes del mundo. En 1975, los capuchinos volvieron a ser víctimas de un robo: un ladrón que se hizo pasar por bibliotecario del Vaticano les arrebató unos veinte antiguos grabados, de gran valor para los bibliófilos. Hubo que esperar hasta principios del siglo XXI para que un empleado de la Biblioteca Cantonal y Universitaria de Friburgo (KUB) sacara a la luz dos hechos desconocidos hasta entonces: que el botín del robo de 1975 se había vendido en subasta en Múnich, en 1975 y 1976; y que “La nave de los locos” había ido a parar a Washington. A raíz de esto, la KUB encargó una investigación para localizar y recuperar la veintena de grabados hurtados. A finales de 2022, la Biblioteca del Congreso de Washington devolvió al cantón de Friburgo “La nave de los locos”. La obra se conserva ahora en la KUB de Friburgo y puede ser consultada por los investigadores.

Más sobre este tema (en los idiomas alemán y francés): revue.link/nefdesfous

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    Hanspeter Moesch, Basel, Schweiz 24.07.2023 At 16:55

    Kulturgüter stiften ganzen Gemeinschaften Identität. So zu lesen im ersten Satz.


    Grundsätzlich richtig. Im Artikel und der Debatte aber geht es darum, wo diese Kulturgüter jetzt sind: Im Heimatland oder irgendwo in einem Land. Etliches an Kulturgütern, erworben oder gekauft durch Kunstsammler - nicht zwingend in der Kolonialzeit - oft im Auftrag von Museen, ist verstreut in einem anderen Land. Konserviert, gepflegt und zur Schau gestellt als Exponat. Nun hat sich der Wind gedreht. Was geraubt aus Opportunität oder gekauft durch Sammler, möchten gewisse Länder jetzt bei sich.


    Für welchen Zweck? Wer nimmt sie entgegen und für welchen Zweck. Oder einfach fürs Volk?


    Nehmen wir ein Beispiel: Die Benin Figuren in Deutschland. Sie wurden kürzlich Benin übergeben im Beisein von Frau Baerbock & Frau Roth. Sind diese Rückgaben nun in einem Museum dort? Nein. Deutschland finanzierte den Bau eines Museums für explizit diese Benin Figuren. Gebaut ist das Museum bis heute nicht. Das Geld wurde für andere "Zwecke" abgebogen. Die Figuren behielten hohe Regierungsangehörige als deren Wächter. Taler, Taler, du musst wandern. In etwa so.

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    Gerhard Lüthi, Haseldorf, Deutschland 11.07.2023 At 09:08

    Vom Stehlen und Bestohlen werden


    Zum „Kulturgüterstreit unter Eidgenossen“ (Schweizer Revue, März und Mai 2023)



    Merkwürdig, dass bei dem Thema „Stehlen“ und „bestohlen Werden“ der Thurgau nicht auch einmal zur Sprache kommt. Ich bin 1947 in Frauenfeld geboren, als Bürger von Stettfurt (TG). Im Thurgau bin ich 11 Jahre zur Schule gegangen. Sechs Jahre lang bin ich täglich mit dem Velo über die Thurbrücke beim Thurrain gefahren, habe die Thur schon vorher und erst recht seither auf dem gleichen (und anderen) Wegen unzählige Male überquert.


    Die Thurgauer stehlen, heisst es. Statt über das Warum dieser Redensart zu schreiben, wird nach wie vor über sie gewitzelt: Warm führt die MthB (Mittelthurgauer Bahn) auf ihrer Strecke zwischen Kreuzlingen und Will so viele Kurven? Damit der Zugführer sich, mit einem Blick zurück nach jedem Halt überzeugen kann, ob der letzte Wagen noch dran ist. Oder was ist der Unterschied von dem Thurgauer und dem Mond? Der Mond nimmt zu und ab und der Thurgauer nimmt ab und zu. Dazu kommt noch ein Hotelier, der stolz war auf seine gerade renovierten Bäder und bei jeder Gelegenheit darauf anspielte. So hat er seine Gäste morgens jeweils mit der Frage begrüsst, ob sie gut geschlafen haben und dann gleich die Frage hinterhergeschoben: Haben Sie auch ein schönes Bad genommen? Worauf der thurgauische Gast irritiert antwortete: Nein! Warum? Fehlt eines?


    Die Thurnähe ist gleichsam das Echtheitszertifikat für mich als Thurgauer. In der Schule ist uns die Historie dieser Redensart wie folgt beigebracht worden: Der Habsburgische Thurgau wurde 1460 von den Eidgenossen erobert und blieb bis 1798 als gemeine Vogtei deren Untertanenland. Erst 1803 wurde der Thurgau selbständiger Kanton. Da er ein reines Agrarland war, blieb die Bevölkerung fest an ihre Dörfer und Städtchen gebunden und niemand in den Nachbarkantonen kannte sie und ihre Gewohnheiten. Bekannt geworden waren in den alten Kantonen jedoch jene Vögte, die abwechselnd von Kanton zu Kanton jeweils ein Jahr lang im Frauenfelder Schloss residierten, um in diesen 338 Jahren für ihren Kanton Steuern einzutreiben. Wenn die Zürcher, Berner, Urner usw. wirklich kannten, waren also die nach einem Jahr zurückkehrenden Vögte. Um sie als etwas Besonderes auszuzeichnen oder zur Unterscheidung von den Daheimgebliebenen wurden die Vögte als die «Thurgauer» bezeichnet.


    Unter diesen «Thurgauern» waren immer solche, die sich das Jahr über mit Diebstahl persönlich bereichert haben und so die Thurgauer ganz allgemein in Verruf gebracht haben. Verständlich, dass in Anbetracht der Rechtlosigkeit thurgauischer Untertanen solche Raubzüge zu keinen juristischen Folgeerscheinungen geführt haben. Und so spektakulär wie ein entführter Himmelsglobus waren von der Weide weg gestohlene Rinder eben nicht. Und vor allem haben sie keine Spur bis in die Gegenwart hinterlassen.

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  • user
    Sophie Murray-Flatz, USA 03.07.2023 At 14:53

    As a Swiss living abroad with deep roots in St. Gallen, I would hope that Shep-en-Isis would remain in the Abbey Library where she is cared for with love and respect.


    Return the looted items, for they are only "things" and keep our honorary Swiss citizen in a place, along with Saint Othmar and Saint Gall to rest their bones forever.

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  • user
    Toni Cavelti, West Vancouver BC, Canada 12.06.2023 At 16:32

    Es ist immer eine gute Post, die Schweizer Revue.


    Diesmal doppelt interessant:


    #1) Die hübsche Schepenese ist mir bekannt von meinen Jugendjahren in St.Gallen und Student der Katholischen Kantons Realschule. Unser Schulzimmer war direkt über dem Sarkophag und Besuche der Stiftbibliothek waren jährliche Ereignisse. Wer hätte damals geglaubt, dass diese Ruhestätte einmal ein internationales Problem erwecken könnte.


    #2) Rätoromanisch ist, obwohl in St.Gallen aufgewachsen (in Ilanz geboren) und teil einer 10 köpfigen Familie, immer noch unsere Sprache, die wir unter uns brauchen. Unser Rumontsch wurde so wie eine Art Dialekt, ich habe Mühe das echte Romanisch zu Lesen und zu Verstehen.


    Ich wanderte 1954 nach Canada aus, jetzt im Ruhestand mit meiner Gattin Hildegard in West Vancouver BC und gute Familien in der Nähe.

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    Inés Gonzenbach, Ecuador 30.03.2023 At 14:58

    Interesante tema sobre el patrimonio cultural y a qué país le pertenece!


    Las investigaciones al respecto valen la pena .


    Saludos

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    Arye-Isaac Ophir, Israel 29.03.2023 At 09:26

    Zum Glück bin ich bis anhin noch keiner unruhigen Mumie begegnet, was offenbar nicht bedeutet, dass jene keine Unruhestifter sind....

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    Vreni Stähli, Portugal 28.03.2023 At 10:15

    Haben wir Schweizer nicht andere, wichtigere Probleme, als ein Fräulein umzubenennen, tut mir leid,aber das geht nicht in meinen Kopf, lassen wie es ist, wäre das beste.

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    Franz NANNI, Schagen, Southafrica 28.03.2023 At 09:08

    Fräulein .. na und, besser als Frau! bezahlen... oder Service bezahlen... Bei mir sage ich: Darling, kann ich die bill haben.. und bekomme ein warmes Lächeln... es ist halt so, der Ton macht die Musik. Ja und die Mumie.. Würde ist doch schlicht guguseli. Die hat die Würde schon verloren, als man sie ausgenommen hat. Und ausserdem: Muss alles geaendert werden? Hat die Schweiz nicht andere Probleme als gendern und fremdschämen? "Engstirnig" ist wohl der treffendste Ausdruck.

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    Erich Baumann, Pemberton, Kanada 28.03.2023 At 06:32

    If it is important to the Egyptians, Schepanese's mummy should be returned to Egypt - no question. The time is long gone when keeping cultural objects from foreign lands could be kept by European countries was acceptable.

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      Arye-Isaac Ophir, Israel 30.03.2023 At 19:45

      Ob das so einfach ist? Die Mumie ist nun mal in der Schweiz und hat da wohl auch ihren Bildungswert gerade für die Nichtägypter, was ja auch im Interesse der Ägypter ist, wo es zudem an Mumien nicht mangelt. Im völkisch historischen Sinne: Die einzig ethnischen Erben sind nicht die völkischen Ägypter von heute, sondern - wenn überhaupt - die Kopten.

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      Adnane Ben Chaabane, Tunis 31.03.2023 At 17:53

      Such agreement could be discussed bilaterally between stakeholders. Having some cultural objects overseas could help to promote culture. It can also be a vector of promotion bringing it nearer.

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    Adnane Ben Chaabane, Tunis 27.03.2023 At 10:05

    Que l'on soit conscient que le bien ne nous appartient pas dénote d'une honnêteté appréciable. Il faut s'en féliciter ! D'autres pays demeurent dans le déni et continuent à se considérer comme éternels colonisateurs ayant tous les droits. Faut-il restituer toutes ces oeuvres ou bien pouvons-nous accepter d'en avoir certaines éparpillées de par le monde ? Je pense qu'avoir certaines oeuvres hors du pays d'origine pourrait servir comme vecteur de propagation de la culture. Par ailleurs, permettre à ceux qui ne peuvent pas s'y rendre d'avoir l'aopportunité de découvrir et d'admirer près de chez eux de telles oeuvres n'est pas une mauvaise chose. Une première découverte tout près, pourrait aussi stimuler l'envie d'aller en découvrir un peu plus dans le pays d'origine. Cela va de soi que tout doit se faire dans la totale légalité et avec le consentement mutuel de tous les parties concernées. Accords bilatéraux et engagements de bonne conservation et de restitution à la première demande. Même le pays d'origine devrait y trouver son compte ....

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    Joëlle TAILLANDIER, Saint Louise, France 26.03.2023 At 12:18

    La place de Shepenaset est au pays de ses racines, une évidence pour qui dénonce l'ère de la colonisation, le vol des biens d'autrui - un pays autre que le nôtre est aussi "autrui", une communauté dotée de sa propre Histoire, de ses propres valeurs, droits et devoirs.


    Comme Milo RAU et tant d'autres, je souhaite que La Suisse et tous les pays qui se sont accaparés illégalement et illégitimement des vestiges et fragments d'identité d'autres peuples, les leur restituent. Les voleurs se "rachèteront" ainsi une conduite honorable et marqueront leur volonté de reconnaitre à chaque pays tiers, à chaque peuple et civilisation le droit imprescriptible de défendre et mettre eux-mêmes en valeur leurs propres richesses mémorielles, patrimoniales, artistiques, culturelles... et autres (minerais, forêts, plantes, savoir-faire etc...)

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