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  • Literatura

Corinna Bille | Ternura en vez de LSD y morfina

14.07.2017 – Charles Linsmayer

La novela “Œil de mer” de la escritora Corinna Bille, originaria de Valais, se desarrolla en Tolón, junto al Mediterráneo, y documenta un episodio amoroso de embriagante felicidad.

Es la forma más tierna de ligar que uno pueda imaginar. En la playa de Le Pradet, cerca de Tolón, Marthe, una mujer rubia del Valais, está acostada boca abajo concentrada en su libro cuando empiezan a caerle de tanto en tanto pequeñas piedrecillas sobre la espalda. Se las tira el joven pescador de aguas profundas Marceau, que se permite gastarle esa broma. Cuando ella le pregunta lo que hace, le responde que había una hormiga caminado sobre su espalda y que estaba intentando espantarla.

Entre ambos personajes surge una historia de amor que no puede ser más tierna, frágil y poética. No faltan el deseo y el erotismo, ambos se aman en la playa entre el susurro de las olas; pero entre ellos queda algo casto e insuperable: la mujer está casada, el joven pescador está muy lejos de ella en cuanto a educación y estatus social. Marthe viaja dos veranos más a Le Pradet; y en el invierno, sus inteligentes y reservadas cartas se cruzan con las de él, torpes y enamoradas. Al final todo termina de repente, como si nunca hubiera ocurrido nada.

Con Théoda, La Fraise noire, La Demoiselle sauvage y sus poesías e historias cortas, Corinna Bille, nacida en 1912 en Sierre y fallecida en 1979 en esta misma localidad, es considerada una escritora que, como nadie más, ha convertido el Valais en un escenario real, imaginario, e incluso mítico –excepto en su novela Œil de mer [“Ojo del mar”], en la que la historia de amor de Marthe y Marceau se desarrolla en la playa de Le Pradet–.

Un trasfondo biográfico

“Es increíble lo feliz que me siento”, escribió el 22 de julio de 1950 en una carta dirigida a su madre en Sierre. “He encontrado un verdadero amigo. Es un joven pescador del lugar. Una persona sencilla, realmente encantadora. Pesca en aguas profundas y me describe el fondo del mar. Dice que buscará para mí estrellas de mar de un rojo brillante y pequeños mejillones que debo comerme vivos, con sus conchas y todo”.

Durante tres veranos, desde 1950 hasta 1952, Corinna Bille pasó los veranos en Le Pradet, lejos de su esposo Maurice Chappaz. Pero ya en 1951 llevó consigo a su pequeña hija Marie-Noëlle, lo que probablemente impuso ciertos límites al coqueteo con Marceau (entre tanto casado), si bien no pudo olvidarlo durante mucho tiempo. En cualquier caso, en el invierno 1954/55 escribió, basándose en sus nostálgicos recuerdos, la novela Œil de mer, en la que la pequeña historia de amor sobresale de una forma tan encantadora y sensible que fue rechazada por las editoriales parisinas Gallimard, Grasset, Julliard y Flammarion, en ese orden. “Quedamos impresionados por la fina poesía que encierra la obra de principio a fin, la poesía del mar, la poesía del amor, la poesía de la añoranza”, reconoció Ernest Flammarion en su carta de rechazo.

¿Fidelidad o traición amorosa?

No fue sino hasta 1989, diez años tras la muerte de Corinna Bille, cuando Maurice Chappaz publicó la novela en la editorial lausanesa Editions 24 heures como una obra póstuma. El autor del presente artículo le preguntó a Maurice Chappaz en el año 2008 si no había sentido celos del pescador. “No pude estar celoso porque no sabía nada del asunto”, respondió. “Me enteré de esto mientras preparaba la novela para la impresión. Pero no creo en una infidelidad real. Cada uno de nosotros estaba seguro de la fiabilidad del otro”.

Algo que no coincide del todo con lo que reconoció Corinna Bille en un texto posterior a la novela: “Durante años y años fui infiel –si bien no con hechos, sí con el pensamiento–. ¡Siempre locamente enamorada de alguien! Era mi morfina, mi LSD, pero hay que reconocer que ese sueño me ayudó a vivir”.

“Al regresar a su habitación, ­Marthe encontró un peine marrón en su bolsa de baño: el peine de Marceau. Tenía un perfume extraño, un poco acre y al mismo tiempo dulce. No, este peine no le producía repugnancia. ‘Es una ­señal de que este hombre no me es extraño’. Un poco confundida se preguntó: ‘¿Acaso empiezo a amarlo? ¡Eso no puede ser!’ Pero podía intuir que ciertamente era posible, y un estremecimiento de alegría recorrió todo su cuerpo”.

Del capítulo 3 de “Œil de mer”

Bibliografía: “Œil de mer” está disponible en francés en Editions de L’Aire, Vevey. El libro de lectura de Corinna Bille “Das Vergnügen, eine eigene neue Welt in der Hand zu halten” (El placer de tener un nuevo mundo propio en la mano), Reprinted by Huber Nr. 25, Huber-Verlag, Frauenfeld 2008, editado por Charles Linsmayer, incluye en la traducción de Hilde Fieguth un capítulo de la novela y la reseña de su creación.
 

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