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  • Literatura

Heinrich Herm | Sus amigos lo llamaban “el diablo del mar”

25.05.2020 – Charles Linsmayer

Las novelas del jurista Heinrich Herm, llenas de espíritu aventurero, ampliaron el horizonte de la literatura suiza de antes de la guerra, aferrada a su patriotismo.

El hijo de un armador francés se enamora de la literatura y la música alemanas y se casa con una alemana. Cuando empieza la Primera Guerra Mundial, ve horrorizado como las catedrales, símbolos de unión de la cultura cristiana europea, se derrumban bajo el embate del odio. Para salvar a Francia y liberar a Alemania de la arrogancia de los Junkers, se enrola para luchar en las trincheras francesas. Después de la guerra y ya convertido en armador, pone sus barcos al servicio de la reconciliación de los pueblos.

Marineros, aventureros y rebeldes

Estos hechos se relatan en la novela “Dome im Feuer” [“Catedrales en llamas”], publicada en 1926 por la editorial berlinesa Grote Verlag. Al leerla se nota que su autor es de lengua materna francesa. Dice llamarse Heinrich Herm y, según afirma el texto de la portada, vive en Suiza. A esta primera novela le siguen siete más, cuya trama se desarrolla por todo el mundo, menos en Suiza.

Dämon Meer” [“Mar demoníaco”] (1927) y “Moira” (1932) son emocionantes novelas náuticas. “Begegnung im Urwald” [“Encuentro en la selva”] (1934) nos conduce a un mundo más allá de la civilización, “Die Trikolore” [“El tricolor”] (1937) nos hace retroceder un siglo y medio hasta la Revolución Francesa. En “Die Dämonen des Djemaa el Fnaa” [“Los demonios de Djemaa el Fnaa”] (1943) y “Kapitän Hagedorns Fahrt ins Licht” [“El viaje del capitán Hagedorn hacia la luz”] (1944) aparece de nuevo el mar. Sólo una vez, en la novela policíaca “Die Mitgift” [“La dote”] (1941), Herm contrapone a la fascinación del mar un caso judicial que relata de forma magistral: esto no es una coincidencia, pues detrás del seudónimo Heinrich Herm se oculta un profesor universitario de Derecho Romano e Historia del Derecho.

Un profesor de derecho amante de los viajes

El nombre real de Heinrich Herm era Henri Legras, nacido en 1882 en Rouen, Francia. Cursó sus estudios en Rennes, Caen y París y trabajó desde 1912 como profesor en la Universidad de Friburgo (CH). Se casó con la ciudadana alemana Gertrud Schlesinger y obtuvo el derecho de ciudadanía en Portalban, a orillas del lago de Neuchâtel.

Al igual que el protagonista de su primera novela, Herm fue amante de la cultura germánica; empezó a escribir en alemán y esperaba encontrar a sus lectores en el área germanófona. En realidad, hubiera querido ser marino, pero tuvo que desistir de ello debido a una discapacidad física. Sin embargo, aprovechaba sus largas vacaciones para navegar por los mares. Tras un largo periplo que lo condujo hasta Chile, sintió tanto amor por la navegación que sus amigos lo apodaron “el diablo del mar” [“Seeteufel”: palabra que designa al rape, pero cuya traducción literal es “diablo de mar”]. Los mejores frutos de sus viajes fueron sus novelas, con impresionantes descripciones del mar y de la navegación. Se inspiraba en las travesías solitarias que solía realizar en pequeños buques de carga, para recrear historias dramáticas.

Desinterés del público alemán

Hasta mediados de los años 1930, sus novelas fueron apreciadas sobre todo por el público alemán. Pero tras la llegada al poder de Hitler, perdió a su influyente editorial berlinesa, así como a sus lectores. Es difícil saber en qué medida influyó en la pérdida de su editorial alemana el hecho de que estuviera casado con una judía y, por lo tanto, fuera uno de los autores censurados por las leyes alemanas de “protección racial”. Como quiera que haya sido, cuando Henri Legras-Herm falleció el 1.o de noviembre de 1948 a los 66 años en Friburgo, ya casi nadie lo recordaba como autor. No pudo ni siquiera encontrar una editorial para su última obra “Als die Normandie noch ein Museum war” [“Cuando la Normandía todavía era un museo”], a pesar de que él mismo la consideraba su testamento literario.

“En el exterior, los faros eléctricos de una alta grúa se movían a un ritmo constante hacia adelante y hacia atrás. Se estaba cargando un carguero de mena. Cuando la pared sólida de la noche se convirtió lentamente en polvo gris, una chimenea negra se deslizó por detrás de las ramas sin hojas: el buque pasó por el canal de la salida del puerto hundido hasta la línea de flotación, como un alma con una pesada carga por sus acciones en vida, para adentrarse en la tormenta del mar nórdico camino a su destino. A pesar de su peso y de la tormenta de invierno, avanzaba sin hundirse”. 

(de “Die Mitgift” (La dote), Francke-Verlag, Berna, 1941, agotado)

Charles Linsmayer es filólogo especializado en literatura y periodista en Zúrich.

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    Aminatulhuda Dingle Shaver, Largs, Scotland 28.05.2020 At 11:12
    thank you for this little jewel...unknown artists have always been around and it is with this article and others that this writer will be re discovered...
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