Sueños cada vez más ambiciosos
Pero ¿de dónde proviene este interés? Se trata más bien de una fascinación, corrige Anna, quien alude al “ser humano” que ha evolucionado durante millones de años en “condiciones ambientales muy limitadas”. Sin embargo, no deja de sorprenderle el hecho de que el hombre siempre ha intentado salir de “su nicho ecológico” para aventurarse “en tierras desconocidas”. Este afán impulsa el desarrollo tecnológico “y nos permite alimentar sueños cada vez más ambiciosos”, afirma.
Anna siente especial fascinación por el poder de la mente humana. Si esta se entrena adecuadamente, nos permite superar nuestros límites físicos. “A pesar de ello”, afirma, “la mente es extremadamente frágil. Como humanos, estamos irremediablemente unidos a los demás y dependemos de ellos”. Desde muy joven, Anna se propuso explorar sus propios límites: hizo el servicio militar, terminó la escuela de oficiales y participó en ejercicios de resistencia. También ha viajado mucho por cuenta propia: en un trekking por Nepal, por ejemplo, pasó diecinueve días a más de 4 000 metros de altitud, en un frío glacial y siempre con la misma ropa. Y el pasado mes de febrero asistió en Noruega a un curso de medicina polar sobre primeros auxilios en caso de lesiones provocadas por el frío.
“Es más difícil volver de la Antártida que de la Estación Espacial Internacional, aunque estés en tu planeta de origen.”
Anna Zimmermann
Una gran curiosidad
Todas estas actividades le han enseñado mucho sobre sí misma y sobre los demás. También le han permitido tomar conciencia de lo agradables que son esos momentos en los que “la vida cotidiana se vuelve más simple, más pura: es una liberación”. Pero hay algo muy importante para ella: no hace todas estas cosas “por el mero hecho de hacerlas. Lo que me mueve es la curiosidad”.
Una curiosidad que la lleva cada vez más lejos y que, desde hace unos meses, la atrae hacia los viajes espaciales. “Ahí es donde convergen todos mis intereses”, confiesa. Lo descubrió hace casi un año, en ocasión de una visita al Centro Espacial Kennedy, en Florida.
A raíz de esta experiencia, que fue para ella una auténtica revelación, se dio a la tarea de investigar posibles contactos. Así fue como dio con la estación de investigación Concordia, operada por la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) en la Antártida. Allí, los investigadores trabajan en uno de los lugares más remotos de la Tierra, casi como si estuvieran a bordo de una nave espacial. En esta estación se encuentra actualmente la doctora suiza Jessica Kehala Studer.
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