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  • Naturaleza y medioambiente

¡Silencio, por favor! El ruido desata ruidosos debates

22.03.2024 – Dölf Barben

Pronto se acabará el estampido de los fuegos artificiales, resuenan cada vez menos las campanadas de las iglesias, los neumáticos son cada vez más silenciosos y cada vez más carreteras se revisten con material insonorizante: ¿se está volviendo Suiza un país cada vez más silencioso? Lo cierto es que los conflictos en torno al ruido... ¡siguen haciendo mucho ruido!

Evite decirlo en voz alta, pero desde un punto de vista puramente subjetivo, Suiza parece haberse vuelto más silenciosa en los últimos decenios. Y podría serlo aún más en un futuro próximo: el pasado mes de noviembre se presentó una “Iniciativa sobre fuegos artificiales”, la cual exige que se prohíba en todo el país del disparo de cohetes y petardos por particulares. Esta iniciativa cuenta con el respaldo de numerosas organizaciones de protección de la naturaleza y los animales, entre ellas Pro Natura y el zoológico de Zúrich.

Esta iniciativa podría prosperar: a finales de 2023, una encuesta reveló que contaba con un índice de aprobación del 76 %. En el bando favorable, el argumento número uno es el bienestar animal. Los opositores se muestran más bien reservados. Entrevistado por el Neue Zürcher Zeitung,el gerente de una tienda de fuegos artificiales se quejó de que se estaba instaurando una “cultura de la prohibición”.

Pues bien, es obvio que la prohibición de los fuegos artificiales privados haría de Suiza un país más tranquilo, sobre todo en días festivos y en Nochevieja. Ya existen prohibiciones de este tipo en algunos municipios como Sankt Moritz o en el centro de Berna. Pero el problema del ruido va mucho más allá del que ocasionan los cohetes y petardos. No hay más que pensar en el tráfico; o en las campanas de las iglesias y los cencerros de las vacas.

Son cada vez más las personas afectadas por el ruido

Aclaremos las cosas: si se analiza el problema del ruido desde un punto de vista objetivo, en realidad Suiza no se ha vuelto más silenciosa. El último informe del Consejo Federal sobre el medioambiente afirma incluso que hoy en día hay muchas más personas afectadas por ruidos nocivos y molestos que cuando entró en vigor el reglamento de protección contra el ruido, hace más de treinta años.

A pesar de las mejoras técnicas en coches, trenes y aviones, el informe señala que, en términos generales, la contaminación acústica no ha disminuido. Las razones son el aumento del tráfico y la circulación de vehículos más pesados y con neumáticos más anchos. Otros motivos son el crecimiento demográfico y el desarrollo urbano. Quienes se ven especialmente afectados por el ruido son los habitantes de las ciudades.

Sin embargo, este informe también señala que las innovaciones técnicas y todo el dinero invertido en la protección contra el ruido han merecido la pena: “A nivel local se ha logrado un alivio significativo para la población”.

Zumbidos en vez de traqueteos

Por supuesto, esto solo es válido para quienes no viven al lado de una carretera muy transitada o en el Haslital, donde los ruidosísimos cazas F/A-19 retumban cada vez que despegan del aeródromo militar de Meiringen. Para los demás, podría ser cierto que Suiza se ha vuelto más tranquila y que antes estábamos sometidos a ruidos mucho más intensos.

¿Recuerda los antiguos trenes de mercancías, con sus despiadados chirridos y traqueteos que se oían a kilómetros? Hoy en día, este tipo de trenes está prohibido y los modernos trenes interurbanos parecen ronronear mientras atraviesan el paisaje a unos doscientos kilómetros por hora.

¿Y qué decir de los coches, camiones y tractores de hace cincuenta años? ¡Cómo rugían sus motores! Eso también es cosa del pasado. Hoy, el problema es el ruido de rodadura, porque los motores se han vuelto casi inaudibles. Durante la rodadura, el aire se comprime constantemente entre el neumático y la calzada, y silba cuando se escapa. Los neumáticos anchos comprimen más aire, por lo que son más ruidosos que los estrechos. Sin embargo, este problema ya tiene solución gracias a los neumáticos silenciosos, que cuentan con ranuras especiales y superficies insonorizantes dotadas de amplios poros, por los que el aire puede salir sin apenas hacer ruido.

Irónicamente, son los jóvenes aficionados al tuning los que traen de vuelta los viejos y ruidosos tiempos. Modifican los sistemas de escape de sus ostentosos vehículos para que suenen lo más potentes y ruidosos posible. Por supuesto, está prohibido conducir un coche así por el centro de una ciudad; pero esto no hace sino aumentar su atractivo...

¡Cuidado con los vehículos demasiado silenciosos!

Y allí va otra cosa que casi no nos atrevemos a decir en voz alta: hoy en día, a veces el problema no es hacer demasiado ruido, sino demasiado poco. Cuando circulan a baja velocidad, los coches eléctricos son tan silenciosos que apenas se oyen, lo que resulta peligroso para cualquiera que se encuentre cerca. Por eso deben ir equipados con un sistema que genere sonidos de advertencia.

A este respecto cabe establecer una distinción importante entre dos tipos de ruido: algunos no son más que un efecto secundario, procedente de fuentes como un cortacésped o una mezcladora de cemento, por ejemplo; cuando estos ruidos pueden reducirse, la mayoría de la gente está contenta.

Por otra parte, hay ruidos que se producen a propósito, como las campanadas de las iglesias, el cencerreo de los rebaños o el sonido de un cuerno alpino. En este caso, hablar de “ruido” y exigir silencio puede provocar muchas protestas entre el vecindario. Las autoridades tienen que decidir caso por caso.

Un caso clásico: el cencerreo de los rebaños

Estas disputas son a veces difíciles de resolver; a menudo son los jueces quienes tienen que escuchar los argumentos. Hace casi cincuenta años, el Tribunal Supremo Federal tuvo que examinar un litigio sobre cencerros. Dictaminó que el repiqueteo de esas campanas por la noche cerca de las viviendas constituía, bajo determinadas circunstancias, una “perturbación injustificada”.

Pero los ganaderos no siempre salen perdiendo. En Aarwangen, un importante municipio bernés de Alta Argovia, donde recientemente estalló un nuevo conflicto en torno a los cencerros, se produjo un giro inesperado: los vecinos recogieron firmas, no contra el granjero, sino a su favor; y, por si acaso, también a favor de las campanas de la iglesia. De repente, el debate fue mucho más allá de los pastos de la localidad: lo que ahora está en juego es nada menos que “la cultura y la tradición de nuestro país”. En la asamblea municipal de diciembre de 2023, los partidarios de los cencerros y las campanas obtuvieron una victoria aplastante: en adelante, ya no se permite exigir que se prohíban las campanas en Aarwangen.

Cuando Dios impone silencio

Muy frecuentes son también los conflictos en torno a las campanas de las iglesias. Sin embargo, siempre parecen resolverse de la misma manera: a medida que disminuye el número de fieles en la iglesia, también lo hace el ruido que emana de sus torres. En muchos lugares, las campanas ya suenan mucho menos tiempo que antes; a ciertas horas del día, ni siquiera suenan. Y cuando, para colmo, cae un rayo en la torre de la iglesia, como ocurrió el verano pasado en Menziken (AG), las bromas no se hacen esperar: es Dios mismo, bromean los detractores de las campanas, quien ha intervenido ruidosamente en la discusión para imponer el silencio.

El molesto ronquido de los trenes

A veces, los debates sobre el ruido rozan lo surrealista, como ocurrió en Rapperswil-Jona (SG), cuyos habitantes se quejaban de los trenes estacionados en las vías. Como no resultaba práctico apagar los sistemas electrónicos y el aire acondicionado durante la noche, los trenes seguían emitiendo ruidos; era como si estuvieran “roncando”, escribió el Tages-Anzeiger. 

Trenes que roncan impidiendo que la gente ronque, vaya historia. Al final, SBB tuvo que poner remedio a la situación. Además, el problema terminó solucionándose por sí solo, porque los nuevos trenes, que circulan más silenciosamente, también roncan más bajito. Ya casi nadie oye sus susurros.

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