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  • Literatura

Karl Stauffer-Bern | En tiempos de angustia se hizo poeta

02.10.2014 – Charles Linsmayer

Un amor prohibido fue la perdición del famoso retratista y grabador

Entre 1874 y 1888 se convirtió en Alemania en lo que quedó en la memoria para la posteridad. Karl Stauffer-Bern nació el 2 de septiembre de 1857 en Trubschachen. Hasta 1879 vivió en Múnich, donde logró dar el salto de la pintura plana a la Academia, y desde 1880 en Berlín, donde en 1881 ganó la medalla de oro de la exposición académica con el retrato del escultor Max Klein, sentando así las bases de una brillante carrera como retratista. Primero como dibujante y pintor, después como grabador, creó cuadros de los poetas Gustav Freytag, Conrad Ferdinand Meyer y Gottfried Keller y de los artistas Adolf Menzel y Peter Halm. Pero los veranos cambiaba su taller, en el Tiergarten de Berlín, por el invernadero de la Villa Belvoir de Zúrich, que su antiguo compañero de escuela bernés, Friedrich Emil Welti, hijo del consejero federal Emil Welti y marido de la hija de Alfred Escher, Lydia, ponía a su disposición.

De Alemania a Italia

La segunda patria de adopción de Stauffer fue Italia, donde su estadía fue muy breve y estuvo marcada por una impresionante tragedia; concretamente, esta empezó en la primavera de 1888, cuando inauguró un taller de escultura, hasta el 24 de enero de 1891, cuando se quitó la vida con una sobredosis de cloral. Su relación con Lydia Welti-Escher, cuyo retrato había pintado en el Belvoir, se había convertido en una historia de amor que, tras una estadía conjunta con el matrimonio Welti en Florencia, condujo a la fuga de los amantes a Roma en 1889, donde Stauffer hizo planes combinados para una antigua ciudad templo que iba a ser construida con la herencia millonaria de Lydia. Antes de que pudiera realizar sus planes, Welti logró que su padre, el consejero federal Welti, interviniera, de modo que las autoridades italianas internaron a Lydia considerándola psíquicamente enferma. A Stauffer se lo acusó de violar a una enferma mental y éste fue transportado a Florencia como prisionero. Allí, en la cárcel a orillas del Arno, empezó, profundamente afectado, a escribir poesía y sobre su amor y la injusticia que sufría en impactantes versos que ponen de manifiesto su confusión, pero también su talento: “Sé que el SEÑOR me ha presionado fuertemente en las últimas semanas y que me he convertido en un poeta en cuerpo y alma”.
Desesperado, el prisionero recuerda el parque Belvoir y cómo fue surgiendo ese amor que fue su perdición: “Disfrutaste con mi discurso / Y me regalaste tu interés y tu amor de mujer, / y me esclavizaste con el poder de tu mirada, / allí donde el lago ríe en sus orillas”. Y si bien se absolvió a Stauffer, estaba roto por dentro y sufría atrozmente por la traición de Lydia. Al fin y al cabo no podía saber que ella, que había sido internada por su marido en la clínica psiquiátrica Königsfelden, todavía en febrero de 1890 y hablando con el médico dijo que se podía perfectamente imaginar la posibilidad de continuar la relación: “Aspiro a que nuestra relación continúe sólo para lograr algo hermoso y grandioso, para que realicemos juntos una labor importante, pero no quiero estar continuamente con él”. 
Cuando se enteró de su muerte, mandó una corona con la inscripción “A los manes de mi inolvidable amigo”. Sólo exteriormente se doblegó a cumplir las condiciones bajo las cuales se le permitió salir del manicomio. Legó a Welti 1,2 millones de su patrimonio, pero con el resto, indudablemente en memoria de Karl Stauffer, creó la fundación para el fomento artístico “Gottfried Keller” y traspasó su dirección a la Confederación. Después, el 12 de diciembre de 1891, siguió los pasos de Stauffer y se suicidó, abriendo la válvula del gas en su villa de Champel, Ginebra.

Charles Linsmayer es filólogo especializado en literatura y periodista en Zúrich.

“32 años he reprimido mi fantasía y he hablado para ocultar mis pensamientos. Dios ha querido hacer de mí un constructor. ¡Oh, maravillosa arquitectura, en qué harapos envuelven los bárbaros tus clásicos miembros! ¡Tú eres mi amor y por ti quiero luchar, a pie y a caballo, con lanza y espada, hasta que me maten! Y si bien han capturado a todas las diosas y a ti te han convertido en una ramera, tu juventud es eterna.”

Extracto del diario florentino de Stauffer-Bern

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