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Elisabeth Eidenbenz: una historia de humildad

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La mayoría de los suizos en el extranjero poseen varias nacionalidades

Integrarse con éxito en el mercado laboral suizo
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Modesta y poco conocida por el público en general, esta suiza del extranjero luchó por la esperanza y la humanidad en tiempos de guerra.
En la maternidad suiza de Elna (Francia) se salvaron las vidas de niños y mujeres de distintas nacionalidades y confesiones que huían de la dictadura de Franco o, más tarde, de la Gestapo. Allí permanecieron ocultas mujeres españolas, judías y gitanas, a pesar de las instrucciones de la Cruz Roja Suiza para que se acataran las leyes raciales de Vichy. Se estima que esta institución salvó a unos doscientos bebés judíos. Elisabeth Eidenbenz acogió y atendió a los menores “indeseados”. Gracias a su tenacidad y a su ocasional desobediencia, en esta maternidad suiza un total de seiscientos bebés se salvaron de una muerte segura.

Elisabeth nació en 1913 en la localidad de Wila (ZH), hija del pastor Johann Albrecht Eidenbenz y de Marie Hess, por su apellido de soltera, siendo la tercera de sus seis hijos. De joven, Elisabeth se formó para ser maestra. Entre 1929 y 1933 asistió a la escuela para niñas de Zúrich y, en 1934, a la escuela de economía doméstica de Neukirch an der Thur. Empezó su carrera de educadora en los barrios obreros de Winterthur y Zúrich.
En 1938, durante la Guerra Civil Española y como voluntaria del Servicio Civil Internacional se dedicó a atender en Burjassot (provincia de Valencia) a los miembros del Comité Suizo de Ayuda a los Niños de España, también conocido como Ayuda Suiza.
En enero de 1939, tras la ocupación de Cataluña por las tropas franquistas, Elisabeth Eidenbenz fue trasladada al sur de Francia. En la localidad de Brouilla, próxima a la frontera española, se dio a la tarea de crear una casa de maternidad y un centro de recuperación para mujeres refugiadas y sus hijos. Cuando las instalaciones de Brouilla tuvieron que ser desalojadas a finales de septiembre de 1939, Elisabeth Eidenbenz descubrió el castillo de Bardou, en el municipio vecino de Elna. Consiguió reunir los fondos necesarios para que Ayuda Suiza pudiera adquirir la propiedad y, tras su renovación, abrir la clínica de maternidad reconocida por el Estado.

La maternidad de Elna, que operó desde noviembre-diciembre de 1939 hasta la Pascua de 1944, era un centro de acogida y recuperación para personas que necesitaban cuidados. Estas procedían principalmente de los campos aledaños de Rivesaltes y Argelès y, a su llegada a la clínica, se encontraban en un estado lamentable. El frío, la arena, los piojos, la sarna y la disentería se cobraban la vida de muchos bebés y niños en los campos. La tasa de mortalidad era extremadamente elevada, y llegar a la maternidad significaba una luz de esperanza para estas mujeres. Muchas no tenían la posibilidad de llevarse a sus hijos mayores y se veían obligadas a dejarlos en los campos. Estas separaciones daban lugar a escenas desgarradoras, increíblemente traumáticas para las familias.
Sin embargo, al recibir protección contra el viento y el frío, y al contar con comida suficiente en este remanso de paz, estas mujeres desarraigadas y marginadas, a menudo acompañadas de sus hijos menores, se beneficiaron de una ayuda inesperada para poder afrontar su maternidad. Algunos embarazos eran producto de una violación, y las secuelas psicológicas derivadas dificultaban aún más su atención.
Muchas mujeres llegaban muy debilitadas a la maternidad, a veces con niños pequeños y enfermos a cuestas, lo que dificultaba considerablemente la lactancia. Sin embargo, la solidaridad que reinaba entre estas mujeres permitió que muchos bebés fueran amamantados y salvados por otras madres.
Apenas se recuperaban, las madres debían volver a los campos. Sin embargo, en su afán por salvar a tantas mujeres y niños como fuera posible de este terrible destino, Elisabeth Eidenbenz se esforzaba por conseguirles trabajo, ya fuera en el propio castillo o en otra institución de ayuda suiza. En la Pascua de 1944, la Gestapo conminó a la clínica de maternidad a desalojar las instalaciones en un plazo de tres días, después de lo cual ordenó el cierre definitivo del centro.

Elisabeth Eidenbenz fue galardonada con numerosas distinciones, entre las cuales se destaca la que le otorgó el Estado de Israel en 2002, al declararla “Justa entre las Naciones”. En 2006, el Estado español le concedió la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social y, ese mismo año, recibió del Gobierno catalán la prestigiosa “Creu de Sant Jordi” y en 2007, de la República Francesa, la Orden de la Legión de Honor.
Elisabeth dedicó todos sus reconocimientos y distinciones a Lucie, una mujer judía que había dado a luz a un niño muerto y se había quedado en la maternidad para amamantar a los bebés cuyas madres no podían hacerlo. En 1943, Lucie fue arrestada por la Gestapo.

Hasta la fecha, el reconocimiento a Elisabeth Eidenbenz ha sido más modesto en Suiza. A pesar de haber brindado asistencia y abierto sus puertas a todas las mujeres necesitadas, sin distinción de origen o confesión, su historia apenas se conoce, y hasta la fecha no ha recibido distinción alguna por parte de su país.
En los últimos años de su vida, Elisabeth Eidenbenz residió con una amiga en Austria. En 2008 regresó a Zúrich, donde falleció en 2011.
El antiguo edificio de la maternidad, convertido en museo y declarado monumento histórico en 2013, se encuentra actualmente en dificultades financieras. Según Nicolás García, alcalde de Elna, su renovación requeriría una inversión de cuatro millones de euros.
A fin de preservar este sitio conmemorativo, Nicolás García considera imprescindible que Suiza brinde su apoyo financiero para su restauración.

Comentarios
Comentarios :
Elisabeth Eidenbenz, von der ich fast beschämt zugeben muss, nichts gewusst zu haben, obwohl sie eine Cousine zweiten Grades meiner Mutter (geb. Eidenbenz) gewesen ist. Sie war also meine etwas entfernte Tante. Ich bin sehr dankbar, durch den Artikel, etwas von ihr erfahren zu haben. Denn in dieser sehr bürgerlichen Familiensippe in der allenthalben streng protestantische „politische correctness“ herrschte, freut es mich sehr, als nicht ganz so politisch Korrekter in meiner Familie, eine solche Verwandte im Geiste gehabt zu haben. Und es fällt mir nicht schwer davon auszugehen, dass es in der Generation meiner Mutter, auch in ihrer anderen Abstammungslinie, ein Wissen um diese Cousine und ihr Werdegang gegeben haben muss, welches aber durch geflissentliche Verschwiegenheit in Vergessenheit geriet und daher nicht weitergegeben wurde, obwohl eine solche Person ein leuchtender Stern in der Familiengeschichte ist.
Comme souvent, voir toujours la suisse se retrouve du mauvais côté de l’histoire avec l’excuse de la neutralité. Hier la deuxième guerre mondiale les fonds en déshérence et aujourd’hui la Palestine!