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Anna Tumarkin | Berna acogió a la primera catedrática del mundo

18.07.2025 – Susanne Wenger

Al no permitírsele estudiar por ser mujer, Anna Tumarkin abandonó su patria rusa en 1892 y se trasladó a la Universidad de Berna. Allí, la filósofa se convirtió en la primera catedrática del mundo. En su 150.° aniversario se rinde homenaje a esta pionera poco conocida.

Tras su llegada a Suiza a la temprana edad de 17 años, Anna Tumarkin se labró una brillante carrera académica. Foto Keystone

A finales de octubre de 1892, Anna Tumarkin, de 17 años, arribó a la estación ferroviaria de Berna. Procedía de una familia de comerciantes judeo-rusos de la ciudad besarabia de Chisináu, actual capital de Moldavia. La joven viajó al extranjero para estudiar, algo que se negaba a las mujeres en el Imperio ruso. En Suiza, en cambio, las mujeres podían estudiar desde la década de 1860. Este país, que más tarde solo avanzaría tímidamente hacia la igualdad de género, desempeñó un papel pionero en la Europa de la época.

Cientos de rusas judías eligieron Berna para cursar estudios: no solo huían de la discriminación en el ámbito educativo, sino también de la represión política y del antisemitismo. Los profesores liberales de la Universidad de Berna apoyaron a estas mujeres valientes y talentosas. Anna Tumarkin era de un temperamento menos revolucionario que algunas de sus compañeras. Enseguida empezó a estudiar filosofía, historia y filología germánica, marcando el inicio de una carrera académica excepcional.

“Un sensacional acontecimiento”

En 1898, a la edad de 23 años, Tumarkin se convirtió en la primera mujer que llegó a ocupar una cátedra de filosofía en Europa y la primera profesora privada oficial en Suiza. Los periódicos suizos y extranjeros informaron del “sensacional acontecimiento” de su conferencia inaugural, pero ella apenas ganaba lo suficiente para vivir. En 1909, el Gobierno cantonal de Berna la nombró Profesora Asociada de Filosofía y Estética; se convirtió así en la primera mujer del mundo que accedía a la cátedra con plenos derechos, en una universidad en la que había hombres y mujeres. Ejerció la docencia en Berna durante 45 años.

En el año 2000, Berna le dedicó el Tumarkinweg, un camino que conduce a su antigua sala de conferencias en el edificio principal de la Universidad de Berna. Foto Tnemtsoni, Wikimedia Commons

Hoy en día, un pequeño sendero cerca de la universidad nos recuerda su memoria. Sin embargo, a pesar de sus logros sin precedentes, Tumarkin apenas es conocida en Suiza. En una mesa redonda celebrada en Berna en marzo, una estudiante de filosofía comentó que nunca antes había oído su nombre. “Tumarkin debe incluirse en el plan de estudios”, exigió. El 150.° aniversario del nacimiento de Tumarkin nos ha brindado la oportunidad de recordarla: además de diversos eventos y una exposición en la Universidad de Berna, se ha publicado una exhaustiva biografía a cargo de la historiadora Franziska Rogger, que arroja luz sobre la vida y obra de Tumarkin y las sitúa en su contexto histórico.

Suiza, un “país generoso”

Franziska Rogger describe a Tumarkin como una académica sin pretensiones, que se entregaba con toda discreción a su labor académica y era adorada por sus estudiantes. Trabajó duro, superando contratiempos, envidias y burlas. En varias ocasiones fue la única oradora femenina en congresos internacionales de filosofía. 

FRANZISKA ROGGER: “Anna Tumarkin (1875-1951) Das schicksalhafte Leben der ersten Professorin”. Stämpfli Verlag, Berna, 2025, 496 páginas. CHF 44.

En 1927, el diario bernés Bund elogió su “profundidad de pensamiento”. Quedó profundamente afectada por el trágico destino de su familia, diezmada por dos guerras mundiales, los pogromos rusos y el terror nazi, siendo ella la única superviviente.

Tumarkin obtuvo la nacionalidad suiza en 1921. “La libertad y la generosidad de Suiza me han permitido encontrar una segunda patria, donde pude estudiar y trabajar”, escribió a las autoridades, destacando sus “múltiples lazos de apego y gratitud”. Rogger también subraya el compromiso de Tumarkin con el movimiento feminista suizo: junto con su compañera de vida, la médica y primera doctora graduada en Berna Ida Hoff (1880-1952), se posicionó (tras dudarlo inicialmente) a favor del sufragio femenino.

En sus últimos años, Tumarkin publicó un texto muy aclamado sobre “La esencia y el desarrollo de la filosofía suiza”, en el que resaltaba la idiosincrasia de la cultura intelectual suiza, caracterizada por la objetividad y el pragmatismo. Anna Tumarkin falleció en agosto de 1951 a la edad de 77 años, tras una larga enfermedad. Fue homenajeada como “una mujer de gran nobleza y erudición”, dotada de una “destacada y sutil personalidad”.

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