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  • Literatura

Hugo Loetscher | Zúrich, punto de partida hacia el mundo

29.07.2016 – Charles Linsmayer

Con sus fructíferas estancias literarias en París, Portugal, Brasil y Los Ángeles, Hugo Loetscher fue el único autor auténticamente internacional de su generación.

En realidad, Hugo Loetscher quería ser misionero, ya que su familia, obrera, zuriquesa, católica, en el seno de la que nació el 22 de diciembre de 1929, procedía de la localidad lucernesa de Escholzmatt, una región en la que, como escribiría más tarde, “las mujeres tienen la temperatura de las vacas y donde es habitual perder la virginidad en un establo”. Este zuriqués de segunda generación no llegó a ser ni agricultor ni misionero, sino que partiendo de su barrio proletario de Aussersihl conquistó, a través del bachillerato y la universidad, ese Zúrich urbano para el que seguiría siendo, hasta su tardío tomo de ensayos “Lesen statt Klettern”, un brillante narrador y ensayista, con cierta inclinación por lo grotesco y una gran autoironía.

Buena prueba de ello es su primera novela, “Abwässer”, de 1963, en la que somete a Zúrich a una especie de exorcismo: transformada en un anónimo sistema kafkiano, la ciudad se convierte en un lugar de fanfarronería ideológica, totalmente desconectado de la realidad más elemental. Y si “Abwässer” es un libro ecológico avant la lettre, “Die Kranzflechterin”, de 1964, es el retrato nada sentimental de una proletaria zuriquesa, que anticipa importantes facetas de la literatura de emancipación femenina. “Noah”, de 1967, conduce a la euforia del bienestar hacia el más estrepitoso fracaso, mientras que “Der Immune”, de 1975, muestra, a través del ejemplo de su principal protagonista, las estrategias de inmunización que tuvo que desarrollar un intelectual ilustrado para poder superar incólume el segundo tercio del siglo XX.

“No tengo raíces”

Cuando le preguntaban por sus raíces, Loetscher solía contestar: “No tengo raíces; tengo pies para marcharme”. Con lo que demostraba que para él la patria siempre era la base y el punto de partida hacia el mundo. Una estancia que ejerció sobre él una influencia decisiva, fue la que realizó entre 1950 y 1951 en París, donde estudió para su tesis de doctorado a Valéry, Gide, Sartre, Camus, pero también a Zola y Voltaire. “Francia ha despertado mi sensibilidad” declaró en 1963, y, efectivamente, a ese literato elegante y cosmopolita con su sempiterno cigarrillo se le notó hasta el final la influencia de la escuela parisina.

Después de ser declarado persona non grata en Portugal, por una película sobre el dictador Salazar, en 1965 llegó a Brasil, país que se convirtió en su auténtico gran amor y donde realizó un total de trece estancias de variable duración. Allí fue donde escribió sus reportajes, aún actuales, que se publicaron en 2016 en el volumen póstumo “Das Entdecken erfinden”. Allí se inspiró para escribir libros como el relato “Wunderwelt”, de 1979, en el que se vale de procedimientos literarios para devolverle la vida a una niña encontrada muerta –y es que a Loetscher le interesaba sobre todo el Brasil pobre, proletario y campesino, y mucho menos el esplendor de Río de Janeiro. Sin embargo, esto no le impidió, en otra de sus obras, dedicar un homenaje a una gran urbe: “Herbst in der Grossen Orange”, libro vertiginoso sobre América escrito en los años 1979/80, durante su estancia como docente de poesía en Los Ángeles. Pocos días después de su muerte ocurrida el 18 de agosto de 2009, se publicó “War meine Zeit meine Zeit”, obra elocuente y talentosa en la que Loetscher relata su vida, haciéndola discurrir por los ríos del mundo. Esta obra constituye un testimonio más de la forma tan brillante en que este gran viajero suizo fue el único autor verdaderamente internacional de su generación.

Charles Linsmayer es filólogo especializado en literatura y periodista en Zúrich.

“Viví en una época que tomó conciencia de que debemos preocuparnos por tener suficiente aire para respirar. El clima ya no es un elemento dado, sino determinado por nosotros. Me enteré de la existencia del Rheobatrachus cuando ya estaba extinto, y al parecer también depende de mí si un rinoceronte vive en Sumatra junto a los ríos ... Como prehistoriador ¿debería ser cocreador de un mundo que creamos salvándolo?”

Extracto de: “War meine Zeit meine Zeit”

Diogenes, Zúrich, 2009

Bibliografía: Las obras de Hugo Loetscher están disponibles en alemán en la editorial Diogenes, de Zúrich.
 

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