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«Der Goalie bin ig!» El fenómeno de la película suiza de Sabine Boss

02.10.2014 – Stéphane Herzog

Ganadora del Premio del Cine Suizo como mejor película de ficción en 2014, «Der Goalie bin ig!», de la cineasta Sabine Boss, es todo un fenómeno.

Esta pequeña joya ha atraído a más de 120.000 espectadores en Suiza desde su lanzamiento, con la historia a base de flashbacks de un ex-drogadicto al que sus amigos de infancia meten en líos. Esta película conmueve profundamente a los suizos por varios motivos. Para empezar la lengua, el dialecto bernés, que “rueda” y transmite pequeñas perlas, en boca del magnífico perdedor que es el Goalie. Son aforismos o réplicas cinceladas por Pedro Lenz, suizo de madre española, autor de la novela (también en dialecto) en la que se inspira este largometraje.
El personaje del Goalie, cuyo nombre revelado al final es Ernst, es una especie de antihéroe suizo. Es un ser al mismo tiempo ingenuo y virtuoso, una figura crística, porque expía los pecados de los demás sin querer vengarse. De niño se pone en el lugar de un niño con gafas situado en la portería (puesto asignado a los que no saben jugar fútbol) cuando éste está a punto de recibir una paliza. El Goalie se interpone, se deja golpear en lugar del débil, y asume su gesto, que después no será correspondido con ningún tipo de amabilidad por parte del niño al que ha salvado de los golpes. De adulto, el Goalie va a la cárcel por gente por la que no vale la pena hacerlo. Más tarde descubre que sus antiguos amigos lo han utilizado como un simple cebo, pero se niega a recurrir a la violencia, prefiriendo el exilio en la ciudad (en Berna). Así pues, tiene que despedirse de Schummertal, y de Regula, que ha preferido seguir su amorío con un tipo imbécil y grosero.
Al salir del cine uno se alegra de haber visto una película suiza, eficaz, conmovedora y dotada de una cierta fuerza universal, como todas las buenas historias. El personaje del Goalie es un «chivo expiatorio», pero lo suficientemente fuerte para huir a tiempo. En cuanto a la Suiza descrita en la película, no es de las más emocionantes, los personajes de la película son mezquinos y abúlicos, con la notable excepción del policía de la ciudad, y de Regula, que abre por un momento su corazón al Goalie cuando éste le revela la historia de su apodo.
La realización de Sabine Boss es sobria, llevada por una música envolvente y punzante, sobre un fondo de guitarra de acero. Y a uno le complace reencontrar en la banda sonora al grupo Züri West, héroes del rock helvético en los años 80, periodo en el que se desarrolla la ­historia. 

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