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Yello apuesta por los valores seguros

16.09.2020 – Marko Lehtinen

El grupo Yello es toda una institución, con una división del trabajo claramente definida: cuando se trata de preparar un nuevo álbum, Boris Blank permanece encerrado en su estudio hasta dar con nuevos sonidos. Esto puede tardar meses o, incluso, años. Una vez que la música posee una estructura más o menos sólida, entonces y sólo entonces entra en escena Dieter Meier, quien recoge el material y se lo lleva al otro lado del mundo para escribir la letra. Es decir, que Yello trabaja de forma secuencial, no conjunta. Esto siempre ha sido así, y sus creaciones artísticas apenas han cambiado en los 42 años de su existencia.

Prueba de ello es su nuevo álbum de estudio “Point”. Desde la primera pieza, “Waba Duba”, encontramos de nuevo ese típico ritmo tribal, inquieto y nervioso. Boris Blank produce con su sintetizador ritmos que recuerdan lejanamente a un saxofón barítono. Esta es también una característica del dúo. De vez en cuando se escucha un grito de júbilo en el fondo. Todo esto nos recuerda en seguida a la memorable pieza electrónica “Bostich” del año 1981, o al éxito “The Race” de 1988. Sólo que en esta ocasión el canto de Dieter Meier no se escucha inconfundiblemente susurrado o estoicamente profundo, sino inusualmente desconocido.

En “Point” casi todo es como de costumbre, si bien la música electrónica de Blank ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Como siempre, el álbum suena juguetón y apacible, a veces un poco gracioso, pero nunca nimio, y siempre un poco estéril y académico… ¡típico de Yello!

¿Significa esto que Yello es fiel a sus convicciones o que se está plagiando a sí mismo? En todo caso, no sorprende esa sensación de inmovilidad de alto rango. Sin embargo, con la pieza electrónica bailable de medio tiempo “Way Down”, este grupo demuestra que es capaz de ir más allá de lo que ya nos ha ofrecido. En ella se escucha algo así como una voz principal y prácticamente no se reconoce el estilo clásico de Yello. También “Big Boy’s Blues” es diferente: con los fuertes golpes de batería y los marcados solos de guitarra, ya casi suena a rock and roll.

Estas excepciones constituyen lo más destacado del álbum, si bien la mayoría de las doce canciones recuerdan a lo que ya conocemos. El dúo se recicla a sí mismo y en gran parte suena un poco anticuado. Esto no molestará a sus fieles seguidores; pero es poco probable que con este álbum Yello gane muchos nuevos fanes.

Yello: “Point”. Universal Music, 2020.

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