Sus promotores se basan en el concepto científico de los límites planetarios, según el cual el clima y la biodiversidad son solo dos de los varios umbrales que ya se han superado. El consumo de agua y las emisiones de nitrógeno y fósforo también han alcanzado niveles insostenibles para el planeta. El objetivo de la iniciativa popular es hacer que la economía suiza sea más responsable, exigiéndole que restrinja el uso de los recursos de manera que se preserven las bases naturales de la vida. Este objetivo debe alcanzarse en un plazo de diez años. “Ya hemos perdido demasiado tiempo en la consecución de los objetivos climáticos”, afirma Magdalena para explicar este plazo.
El Consejo Federal y el Parlamento, en contra
El Consejo Federal rechaza de plano la propuesta. “Atentaría gravemente contra la libertad de decisión”, afirma el Ministro de Medio Ambiente, Albert Rösti (UDC). Este proyecto «antiliberal» también suscitó un rechazo masivo en el Parlamento. Los partidos conservadores advirtieron incluso de un inminente “desplome de la prosperidad”. Asimismo, los Verdes Liberales consideraron que era “imposible” aplicar la iniciativa, sobre todo en un plazo de diez años, ya que implicaría “drásticas regulaciones”. En el bando verde y de izquierdas, el PSS intentó en vano presentar una contrapropuesta que no incluyera el polémico plazo de diez años. La mayoría parlamentaria decidió llevar la iniciativa a las urnas, sin presentar una propuesta alternativa.
Como era de esperar, los círculos empresariales también se oponen a la Iniciativa de Responsabilidad Medioambiental. En un blog, Alexander Keberle, jefe del departamento de medio ambiente de economiesuisse, califica la propuesta de “utopía postcapitalista”. Por supuesto, Suiza debe seguir reduciendo su huella planetaria, “pero no tiene por qué convertirse en un país en vías de desarrollo”. Porque un consumo “extremadamente bajo” de recursos, como plantea la iniciativa, es ante todo un signo de “pobreza extrema”, advierte Keberle, quien pone como ejemplo países como Afganistán, Haití y Madagascar, que sí cumplen los límites planetarios. En comparación, escribe, la producción económica per cápita de Suiza es más de ochenta veces superior, mientras que su huella ecológica es “solo” cinco veces mayor. El crecimiento no conlleva necesariamente una mayor contaminación medioambiental, argumenta el representante empresarial: Suiza ha duplicado con creces su valor añadido industrial desde 1990 y, al mismo tiempo, ha reducido sus emisiones casi a la mitad.
La Iniciativa de Responsabilidad Medioambiental es la única propuesta que se someterá a votación el 9 de febrero.
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