Desde hace varios años, las empresas suizas importan principalmente aceite de palma con certificación RSPO. “Esto beneficia también a las empresas. Nadie quiere productos que resulten de la deforestación”, dice Stefan Kausch, Director de proyecto Palmöl Netzwerk Schweiz [Red Suiza para el Aceite de Palma]. La red se fundó en marzo de este año, con el objeto de incentivar el desarrollo sostenible de la producción de aceite de palma. Entre sus miembros figuran Nestlé, Migros, Coop y Nutrisuisse. “También estamos trabajando para mejorar el estándar RSPO”, afirma Kausch.
“Este tipo de normas sólo sirven para dar buena conciencia a las empresas con un toque verde muy superficial”, comenta Berli, de Uniterre. “Allá no ha cambiado nada, continúa la deforestación”. Por eso, el comité del referendo cuestiona también los criterios establecidos en el acuerdo y critica la falta de un mecanismo de sanciones. Por su parte, el WWF tampoco acepta el acuerdo sin reparos; sin embargo, ha optado por “un sí reservado”, como lo expresa Damian Oettli: “Si los problemas ecológicos no se vinculan con el mercado, son difíciles de resolver”.
Las certificaciones son muy útiles para el comercio, si bien son insuficientes: “Aunque el estándar RSPO existe desde hace 16 años, los pequeños productores que no encajan en el sistema tienen que buscar mercados alternativos. La demanda de aceite de palma sostenible proviene esencialmente de Europa y EE.UU. China y el sudeste asiático compran, sobre todo, aceite de palma convencional”, añade Oettli. No obstante, el WWF considera que la inclusión de los criterios de desarrollo sostenible en el acuerdo constituye un paso en la dirección correcta.
El aceite de colza y de girasol no son sustitutos
Para Oettli, sustituir en su totalidad el aceite de palma por aceite nacional, como lo propone Uniterre, no es una solución. La palma aceitera alcanza con creces el mayor rendimiento por unidad de superficie: alrededor de tres toneladas de aceite por hectárea. En cambio, la soja, la colza y el girasol no llegan a una tonelada. El WWF señala en un informe que la palma aceitera necesita, además, menos pesticidas que otros cultivos. Asimismo, se trata de una planta perenne, a diferencia de la soja, la colza y el girasol.
Lo curioso es que si bien el debate político sobre el acuerdo económico con Indonesia gira principalmente en torno al aceite de palma, éste representa un porcentaje mínimo del volumen de negocios con Indonesia. Suiza importa anualmente 26 500 toneladas de aceite de palma, la mayoría de Malasia (22 por ciento), mientras que el año pasado sólo 35 toneladas provinieron de Indonesia. Mucho más importantes para Suiza son los artículos de exportación que podrá vender a Indonesia sin barreras arancelarias, lo que favorecerá sobre todo a las industrias de maquinaria y farmacéutica.
Para Jan Atteslander de Economiesuisse, la principal ventaja del acuerdo consiste en que facilita el acceso al mercado indonesio: “Según el Banco Mundial, Indonesia se convertirá en los próximos años en una de las principales economías del mundo. Con un acuerdo económico nos situamos por delante de otros países”. Y aunque los requisitos de desarrollo sustentable que estipula el acuerdo con relación al aceite de palma no tienen gran alcance económico, constituyen una señal importante: “La AELC asume así un papel pionero y puede animar a otros países a tener más en cuenta el aspecto de la sostenibilidad del aceite de palma”. Es de lamentarse que estos requisitos sólo rijan para el aceite de palma, dice Oettli del WWF Suiza: “Desafortunadamente, estos requisitos ecológicos del acuerdo de libre comercio no son aplicables a la madera, los camarones ni otras materias primas”.
Página web del comité del referendo: nein-zum-freihandel.ch
La postura de Economiesuisse se da a conocer en: ogy.de/palmoil
Eva Hirschi es periodista independiente en Lausana
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