Menu
stage img
  • Política

Las canciones de Lenin, Trotski, Grimm y compañía, y la tranquilidad de Zimmerwald

09.07.2015 – Marc Lettau

En 1915, líderes revolucionarios socialistas de toda Europa se reunieron en Zimmerwald, donde celebraron una conferencia secreta. Cuando los habitantes del pueblo lo notaron, mucho tiempo después, reaccionaron muy consternados.

En otoño de 1915 retumbaban en muchos sitios de Europa terroríficos cañonazos. Sin embargo, en las cumbres del Längenberg, cerca de Berna, la I Guerra Mundial resultaba muy lejana. Aquí el trino de los pájaros era parte de la vida cotidiana. Por tanto, la imagen de aquellos ornitólogos del mundo entero que el 5 de septiembre de 1915 salieron de Berna, cruzaron las praderas del Längenberg en cuatro coches de caballos y por la tarde llegaron a Zimmerwald encajaba perfectamente. Su meta era supuestamente celebrar un Congreso de Ornitología en el Hotel Beau Séjour de Zimmerwald y en la cercana pensión. Y como Zimmerwald aspiraba a ser un sitio turístico, pero no lo era, carecía de cuartos de hotel. Por eso, algunos de los invitados dormían en casa del veterinario y del cartero del pueblo.

El posterior discurso de la Historia es fácil de adivinar. Las aproximadamente tres docenas de invitados no eran ornitólogos. En realidad, ahí se había reunido – por invitación del socialdemócrata suizo Robert Grimm – la élite socialista procedente de doce países, para reflexionar intensivamente sobre la cuestión de cómo motivar a la clase obrera europea a oponerse a la maquinaria bélica. Durante mucho tiempo se estudió detenidamente la posibilidad de lanzar una llamada de atención por el “Manifiesto de Zimmerwald”: “¡Proletarios! Desde que estalló la guerra habéis puesto vuestra energía, vuestro valor, vuestra resistencia al servicio de las clases dominantes. Ha llegado el momento de luchar por la liberación (...) de las clases oprimidas”. De paso, la Conferencia de Zimmerwald se convirtió asimismo en uno de los momentos estelares de la fundación de la Unión Soviética. En todo caso, el revolucionario ruso Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, hizo aquí un esbozo de cómo pensaba cambiar radicalmente la situación de su patria.

Socialistas borrachines

Así pues, desde la perspectiva de aquel entonces, en Zimmerwald se reunieron sujetos altamente subversivos. Pero la Conferencia pasó desapercibida para las fuerzas del orden. Y si bien el gendarme Meier pasó por allí y multó al dueño, no lo hizo por los planes revolucionarios urdidos en el hotel: lo que la policía consideraba inaceptable era que se bebiera, se bailara y se cantara hasta tardes horas en el Hotel Beau Séjour.

Para los lugareños, el auténtico drama empezó mucho más tarde. Cuando se enteraron que se les había colado “el peligro rojo” de forma totalmente desapercibida, cundió la indignación, unida a la vergüenza, cuando quedaron patentes las secuelas de la Conferencia. En 1917, el mundo entero se quedó pasmado ante la revolución de octubre iniciada por Lenin. La huelga general de 1918 llevó a Suiza al borde del colapso. A la cabeza de los huelguistas estaba el dirigente obrero y organizador de la Conferencia Robert Grimm.

Zimmerwald se hizo mundialmente famosa sin quererlo: de pronto, todos conocían esa localidad, al menos en los círculos socialistas. Incluso en el atlas histórico Putzger, una obra estándar alemana libre de toda sospecha partidista, una sola localidad suiza históricamente relevante aparecía en los mapas de la era de la I Guerra Mundial: Zimmerwald.

“El nombre de Zimmerwald fue objeto de una devoción mítica”, constata Julia Richers, catedrática de Historia en la Universidad de Berna. Así fue aumentando el temor de que Zimmerwald se convirtiera en lugar de peregrinaje para comunistas. Efectivamente, empezaron a llegar cartas dirigidas al “Director del Museo Lenin”. Clases completas de la Unión Soviética mandaban postales. En la mayoría de los casos, las autoridades municipales contestaban muy secamente a las solicitudes, incluso bruscamente. El correo de Leningrado al “pueblo de Lenin” no encajaba con el concepto que tenía de sí misma Zimmerwald como localidad agrícola.

Prohibición de recordar

Finalmente, Zimmerwald luchó legalmente por ser olvidada. En 1962 se prohibió cualquier tipo de monumento o placa conmemorativa. Para aguar la fiesta a cualquier revolucionario de izquierda que quisiera “peregrinar” hasta Zimmerwald para el 50º aniversario de la Conferencia, empedernidos anticomunistas organizaron una Contraconferencia en 1965. En 1971, Zimmerwald los secundó e hizo derribar la pensión en la que se había alojado Lenin.

Pero en 1975 sucedió algo inaudito: en el espacio se unieron una cápsula espacial Apollo y una Soyuz. Las dos superpotencias enfrentadas, EE.UU. y la Unión Soviética, rodeaban el mundo juntas. Los terrícolas quedaron asombrados con esa tecnológica misión propagandística y pacifista. Este acto cambió imágenes mundiales. Pocos meses después, también Zimmerwald capituló: ese mismo año se levantó la prohibición de erigir monumentos.

Un Lenin en la fiesta del pueblo

Cuando el pueblo celebró en 1996 sus 700 años, el miedo al contacto se desvaneció aún más. Docenas de coches engalanados desfilaron por el pueblo, ilustrando su vida rural y sus orígenes celtas – y en el desfile había un señor con barbita de chivo, disfrazado de Lenin. Así fue como un pueblo se dio cuenta de que no podía librarse de su historia. Más aún: justamente el día de la fiesta se formó el grupo de jazz “Hot Lenin”, integrado por músicos del pueblo que querían realzar los sonidos folclóricos de base de Zimmerwald con bossa nova, swing, latin y funk.

El actual alcalde de Zimmerwald, Fritz Brönnimann, se muestra muy pragmático frente a la Conferencia. Para él es “un hecho histórico” que no hay que celebrar pero tampoco reprimir, máxime considerando que en aquel momento el pueblo no jugó un papel activo en los acontecimientos: “Simplemente sucedieron en nuestra localidad”. La pregunta es si hoy en día todos se lo toman con tanta ligereza. El baterista de “Hot Lenin”, Konrad Burri, dice que la Conferencia sigue siendo un tema “ajeno al cotilleo local”, pero el pasado tampoco es un problema en ese pueblo. Entonces ¿se podría entretanto entonar la “Internacional” en la siguiente actuación? Burri pega un respingo: “¡Qué locura!” dice, y opina que es algo delicado y poco probable, y que clásicos como “Fly me to the moon” están mucho más en la línea de su grupo.

El 5 de septiembre de 2015 será el 100º aniversario de la Conferencia de Zimmerwald. Y el municipio que se negó durante decenios a conmemorar cualquier recuerdo, cultiva muy cuidadosamente los recuerdos. El propio alcalde lleva varios meses colaborando con un equipo en los trabajos de preparación de la ceremonia conmemorativa. Y el museo de la región apuesta totalmente por la Conferencia Socialista de la Paz. Eso está muy bien, dice el curador Urs Rohrbach: “Con la exposición no festejamos el socialismo, pero sí analizamos la historia del acontecimiento y sus múltiples consecuencias”. Rohrbach no piensa que haya nada malo en el creciente interés al respecto: “Bien mirado, uno se percata también de que Zimmerwald no era el lugar adecuado para Lenin; fue sobre todo la obra de Grimm”.

Profesor sin respuesta definitiva

Caspar Bieler, profesor de Zimmerwald, que en su tiempo libre toca violín en el grupo “Hot Lenin”, tiene una opinión muy similar. Y si bien enseña Historia, no puede decir qué es lo que debe aprender Zimmerwald de toda esta historia: “No tengo una respuesta verdaderamente inteligente a esta pregunta.” Pero al menos, la revisión histórica de ese acontecimiento pone de manifiesto que “en última instancia, la Conferencia de Zimmerwald quería ser una Conferencia de Paz”, y le parece bien que cien años después se quiera dar protagonismo a aquel proceso de búsqueda de la paz. Añade que no es nada perjudicial darse cuenta de que en la Conferencia “también había señores que bregaron por lograr a largo plazo nuestras jornadas laborales de ocho horas y el sufragio femenino”.

La nueva serenidad tiene límites. “Hot Lenin” fue invitado a tocar en la conmemoración y luego se anuló la invitación. Una asesora de comunicación había aconsejado a los organizadores renunciar a la participación de este pequeño grupo que usa con tanto desenfado el nombre de Lenin. Aquí hay un paralelismo histórico muy interesante: en 1915 también era importante para el gendarme Meier que en el escenario de Zimmerwald no se hicieran demasiadas olas.

Marc Lettau es redactor de “panorama suizo”

Grimm y Lenin en Zimmerwald

La Conferencia Socialista secreta celebrada del 5 al 9 de septiembre de 1915 en Zimmerwald, un pequeño pueblo agrícola suizo, entró en los anales de la Historia mundial. Los representantes de doce países – entre ellos Lenin, León Trotski, Grigori Sinoviev, Karl Radek y el socialdemócrata suizo Robert Grimm – elaboraron allí un manifiesto, bajo la impresión de las sangrientas turbulencias de la guerra, en el que instaban a la clase obrera internacional a oponerse a la lógica de la guerra. Los participantes en aquella Conferencia consideraban inaceptable el comportamiento de aquellos socialdemócratas y socialistas de Europa que, por razones nacionalistas, apoyaban los esfuerzos bélicos de sus gobiernos, arrinconando así sus reivindicaciones pacifistas y de lucha de clases. Grimm, en particular, quería lograr una nueva reunificación de fuerzas socialistas europeas para luchar contra la guerra. Traducido a la retórica de la Conferencia de Zimmerwald, eso significaba “recordar a la clase obrera internacional su obligación de unirse a la lucha de clases irreconciliable y proletaria”. Sólo el resurgimiento de la lucha de clases, pensaban, permitiría iniciar amplias acciones de paz.

Pero Zimmerwald también es hasta cierto punto sinónimo de escisiones en el seno del movimiento obrero entre socialdemócratas y comunistas. Lenin dejó claro en Zimmerwald que esperaba algo más que la simple política antibélica de Grimm. Como representante de una minoría radical revolucionaria, los “izquierdistas de Zimmerwald”, Lenin hablaba de la necesidad de cambiar radicalmente las relaciones mediante un levantamiento armado de la clase obrera. Y como fue en Zimmerwald donde presentó estas reflexiones, que finalmente condujeron a la Revolución Bolchevique y la fundación de la Unión Soviética, aquel pueblo agrícola jugó involuntariamente el papel de cuna de la Unión Soviética míticamente idealizada. (mul)

Exposición

La exposición en el Museo Regional Schwarzwasser, en Schwarzenburg, podrá visitarse hasta el 22 de noviembre los domingos y los días de fiesta desde las 14.00 hasta las 17.00 horas. Previa petición se organizarán visitas especiales guiadas. www.regionalmuseum.com

Comentarios

×

Se requiere el nombre, el lugar y el país

Enter valid name

Valid email is required!

Introduce un correo electrónico válido.

Comment is required!

Debes aceptar las reglas de los comentarios..

Please accept

* Estas entradas son necesarias

Comentarios :

  • user
    Robert GALL 21.07.2015 At 07:11
    J'avais déjà découvert cette "anecdote" dans un ouvrage de Jean Ziegler intitulé en français "le bonheur d'être suisse". Je recommande la lecture de ce livre qui peut alimenter le débat sur l'Histoire de la Suisse. Il serait à mon sens intéressant que la "Revue" consacre un interview avec l'auteur.
    Mostrar la traducción
top