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  • Cultura

“Una actitud que no ha pasado de moda”

23.05.2016 – Marko Lehtinen

Este año se conmemora en toda Suiza el nacimiento del movimiento dadaísta. ¿Pero todavía sigue vivo el dadaísmo? Una entrevista con Adrian Notz, Director del Cabaret Voltaire.

“Panorama Suizo”: Sr. Notz, su Cabaret Voltaire organiza actualmente una retrospectiva de los dadaístas de 1916. También quiere aprovechar el interés que despierta el movimiento para revivir el actual dadaísmo en forma de representaciones, lecturas y conciertos. La pregunta es si de verdad este movimiento sigue vivo.

Adrian Notz: El dadaísmo ya no existe como movimiento artístico. El dadaísmo propiamente dicho sólo exisitió de 1916 a 1923. Posteriormente perduró a través de ciertos movimientos artísticos tales como el surrealismo, y repercutió en otros como el situacionismo, Fluxus, el punk o la generación beat. También el

performance art

o la acción artística se inspira en el dadaísmo. Muchas de las cosas que se dan por supuestas en el arte contemporáneo se basan en el dadaísmo. Visto así, el dadaísmo sigue vivo como actitud, no sólo en el arte, sino en otros muchos aspectos que van mucho más allá del arte.

¿Así que ya no existen los dadaístas, pero sí sus descendientes?

Exacto. Y como curador encuentro muy interesante trabajar con artistas contemporáneos que, si bien no se definen como dadaístas, se inspiran en este movimiento.

La provocación era un elemento muy importante del dadaísmo. ¿Se puede provocar con el arte hoy en día?

Si el objetivo primordial del arte es provocar, de antemano está condenado al fracaso. La meta fundamental de los dadaístas no era provocar, sino crear algo nuevo. Y eso suponía una provocación para la gente de aquella época, que no sabía cómo interpretar este tipo de arte. Pero incluso ahora es posible servirse del arte para provocar. Me refiero, por ejemplo, a Pussy Riot y a su danza en el Templo de Cristo Salvador en Rusia o a la actuación teatral del artista suizo Thomas Hirschhorn en París.

Y la llamada “Entköppelung”, ese exorcismo que se praticó al político Roger Köppel en el teatro Neumarkt de Zúrich, que despertó gran indignación, ¿acaso fue una representación dadaísta?

Fue una acción artística concebida únicamente para provocar, y cuyo sentido y contenido se limitaban a eso.

¿Quedan todavía artistas que insisten en ser dadaístas?

Sí, hay gente –por cierto, sólo una minoría de ellos son artistas– que se proclama dadaísta, pero suele haber un malentendido: no todos los que son algo raros, aturullados, excéntricos y se comportan como los dadaístas son auténticos dadaístas. Muchos se sirven de los estereotipos habituales –de lo absurdo, lo grotesco, lo provocativo–, pero sin profundizar. El dadaísmo, en cambio, era toda una visión que suponía la búsqueda de un arte integral capaz de liberar a la humanidad del caos.

En este año conmemorativo el dadaísmo despierta gran interés. ¿Pero qué pasará después? ¿Volverá a quedar en el olvido de los museos?

En este año conmemorativo se “musealiza” mucho el dadaísmo, dedicándole exposiciones en los grandes museos. Pero más allá de eso estoy convencido de que el dadaísmo seguirá existiendo como una actitud ante la vida, una actitud que ahora necesitamos aún más que hace cien años. El dadaísmo se oponía a lo que se denominaba el “fatalismo económico” y a una cientificación generalizada en la que los seres humanos nos vemos “envueltos y encadenados” – y que nos asigna roles y caracteres–. Esto no ha cambiado. Actualmente hay infinidad de cursos de formación continua para mejorarse a sí mismo; hablamos sin decir nada; en gran parte hemos desaprendido a pensar y vivir de manera autónoma, a oponer resistencia. Hemos perdido pie y con el dadaísmo podemos volvernos a levantar.

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