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De la huida a la bienvenida

01.07.2022 – THEODORA PETER UND MARC LETTAU

Decenas de miles de ucranianos que huyeron de la guerra han encontrado refugio en Suiza. Aunque su acogida libre de trabas burocráticas denota solidaridad, también deja entrever las sombras de la política de asilo helvética.

Alexander Volkow. Foto: Danielle Liniger

“Cuando sueño por la noche, veo siempre mi dacha”, afirma Alexander Volkow, quien sueña con las vides que ahora debería estar cuidando. Sin embargo, este ingeniero metalúrgico jubilado de Kramatorsk se encuentra a 2 500 kilómetros de su casa de veraneo, en una aldea bernesa de la que hasta hace poco ni sabía que existía: Mittelhäusern.

Alexander Volkow es ucraniano, y su camino hacia allí apenas se diferencia (excepto por su destino, fruto del azar) del de otros millones de ucranianos. Junto con su nuera Julia y su nieto Sergej, huyó de los bombardeos de su ciudad del Dombás, dejando atrás guerra, muerte, devastación y miseria. En Suiza, la oficina de refugiados finalmente le comunicó que “tenían una invitación para ir a Mittelhäusern”.

“Cuando sueño por la noche, veo siempre mi dacha.”

Alexander Volkow

En plena desgracia, un golpe de suerte: “Nos acogieron unas personas muy amables”. A pesar del cálido recibimiento de la familia anfitriona, los pensamientos de Volkow siguen girando en torno a Kramatorsk, sumida en los combates del Dombás. “Cada mañana empezamos informándonos para saber lo que aún está en pie, para saber si nuestro hogar aún está en pie”. También le carcome la pregunta de qué es mejor: una “buena guerra” que cobrará muchas vidas, o una “mala paz” que traerá consigo más años de inseguridad y desavenencias.

Y no es el único que se lo pregunta. Cuando pasea por el pueblo, apoyado en su bastón, se encuentra, por ejemplo, a Anhelina Kharaman, que también se aloja en casa de una familia, con su madre y su hija. Es de Mariúpol, la ciudad del sur de Ucrania que ha quedado reducida a escombros. Mykola Nahornyi y Lilia Nahorna, una pareja de Dnipró, también residen temporalmente en la localidad suiza de Mittelhäusern.

Y también ellos hablan del huerto que deberían estar cuidando para poder preparar suficientes encurtidos antes del invierno.

Ola de solidaridad

En Mittelhäusern viven hoy una docena de ucranianos que huyeron de su país: una docena de los más de 50 000 niños, mujeres y mayores que se refugiaron en Suiza durante los tres primeros meses de guerra. Desde la Segunda Guerra Mundial, Suiza nunca había recibido a tantos refugiados en tan poco tiempo. Y los ha recibido con una ola de solidaridad: la población ha recolectado ayuda material, ha ofrecido apoyo y alojamiento privado. Nos recuerda al gran altruismo de tiempos pasados: por ejemplo, cuando los soviéticos invadieron Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968. En esos tiempos también, Suiza recibió a los refugiados de Europa del Este con los brazos abiertos.

Ante la invasión rusa en Ucrania, el Consejo Federal activó en marzo, poco después de que estallara la guerra, el llamado “estatus de protección S”. Esta categoría de refugiados ya existía sobre el papel desde los años 1990. En aquel entonces, el conflicto en la antigua Yugoslavia obligó a muchos a abandonar sus hogares. Sin embargo, este estatus específico para desplazados nunca había entrado en vigor anteriormente, ni siquiera durante la guerra de Siria, que también acarreó a millones de refugiados.

El estatus "S" otorga inestimables ventajas a sus titulares: tan solo tienen que registrarse ante las autoridades, sin necesidad de solicitar asilo. Pueden buscar empleo de inmediato, traer seguidamente a sus familias a Suiza y desplazarse libremente (incluso al extranjero). Nada de esto está al alcance de los refugiados que proceden de otras regiones en conflicto: quienes llegan de Afganistán, Siria, Eritrea, Etiopía o Iraq deben sujetarse al procedimiento convencional y no pueden trabajar ni viajar hasta que se les haya concedido oficialmente el asilo. Esto también rige para las personas acogidas temporalmente en Suiza porque no se les puede exigir que regresen a su país.

Portada: Protestas callejeras en Lausana contra la invasión rusa en Ucrania. Foto: Jean-Christophe Bott, Keystone

Las asociaciones de refugiados alaban la generosa y pragmática acogida que depara Suiza a las decenas de miles de refugiados ucranianos; pero también reivindican igualdad de trato para todos quienes huyen de conflictos violentos. “Para los refugiados no es relevante que la guerra de la que huyen sea una invasión extranjera o una guerra civil dentro de su mismo país”, apunta Seraina Nufer, Codirectora del Departamento de Protección de la Asociación Suiza de Ayuda al Refugiado. Los expertos en derecho migratorio tampoco consideran correcto que los desplazados por guerra procedentes de otros países sean tratados de forma diferente; por ejemplo, que no puedan traer a sus familias a Suiza antes de un tiempo de espera de tres años. Sin embargo, en Suiza la mayoría política no está dispuesta a agilizar los trámites de asilo, por temor a que esto genere una avalancha de solicitudes.

Aumenta el malestar existencial

Para quienes han huido de Ucrania, la vida en Suiza no es un paraíso. Para empezar, los consume la preocupación por los familiares que siguen expuestos al azote de la guerra; esposos, padres e hijos que han sido enrolados en el ejército. A esto se suma el malestar existencial. Tan solo una minoría de refugiados tiene suficientes conocimientos del idioma para encontrar un empleo en Suiza rápidamente. Las personas sin recursos pueden solicitar ayudas sociales de asilo, pero sus prestaciones son un 30 a 40 por ciento inferiores a las que suelen recibir los ciudadanos suizos que sufren apuros económicos.

En otras palabras, las ayudas estatales apenas cubren el mínimo existencial. De ahí que haya cada vez haya más ucranianos haciendo cola ante las organizaciones que reparten paquetes de comida para necesitados. Las organizaciones de asilo advierten sobre una precarización de los afectados y critican la estructura de bienvenida low cost de la rica Suiza.

Esta situación implica también un sacrificio económico para las familias suizas que han acogido generosamente a más de 20 000 refugiados durante al menos tres meses. Aunque puede variar según los cantones, en términos generales estas solo obtienen compensaciones simbólicas y reciben poca ayuda en el día a día. “Muchas familias anfitrionas se sienten abandonadas”, afirma Christoph Reichenau, uno de los promotores del movimiento Ukraine-Hilfe Bern. Esta asociación gestiona un centro de atención para refugiados cerca de la estación de Berna, organiza cursos de idioma y administra en su sitio web las numerosas ofertas de apoyo. La población sigue siendo muy solidaria, constata Reichenau. Sin embargo, se requieren perspectivas claras y un refuerzo de las estructuras “para que la predisposición a ayudar se convierta en un apoyo constante”.

El retorno no será rápido

Las autoridades también se van haciendo a la idea de que los refugiados ucranianos se quedarán en Suiza por más de un año. Cada vez es menos probable que vuelvan pronto a las ciudades ucranianas bombardeadas. Al cierre de redacción (mediados de mayo), los ataques rusos en Ucrania seguían sin tregua. Ante la creciente afluencia de refugiados —entre 80 000 y 120 000 de aquí al otoño, según estima el Gobierno—, las autoridades no solo deben ofrecer más facilidades de alojamiento, sino también mayor claridad sobre las perspectivas de los refugiados en Suiza.

Si por Alexander Volkow, Anhelina Kharaman, Mykola Nahornyi y Lilia Nahorna fuera, con gusto volverían a Kramatorsk, Mariúpol o Dnipró para arreglar su casa y cuidar su huerto. De momento, Lilia Nahorna coloca plantitas en macetas para poder llevárselas a casa fácilmente. A su casa de Ucrania.

Lea también nuestro artículo detallado sobre este tema clave: Suiza tiene que inventar una nueva neutralidad

Publicamos con mucho gusto los comentarios que hacen referencia a los contenidos de nuestro artículo: Cómo trata Suiza a los refugiados. Lo que no publicaremos serán los diversos posicionamientos personales ante la guerra de Ucrania.

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    Anton Meier Otawalo Ecuador 07.07.2022 At 18:57

    Die meisten Flüchtlingsprobleme hätten in den letzten 20 Jahren vermieden werden können. Die westliche Wertegemeinschaft hat hier total versagt inklusiv die Schweiz. Anstatt nach den Ursachen zu fragen, hat man nur oberflächlich die Probleme bekämpft. Aber heute ist es sogar soweit, dass eine Diskussion zur Ursache der Probleme verboten oder zensuriert ist. Ich befürchte, das weltweite Flüchtlingsproblem wird sich noch verschärfen.

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  • user
    Kübra Koçal, Turmei 07.07.2022 At 08:14

    Es wâre schön, wenn alle Flüchtlinge ­- d.h. Menschen - gleich behandelt würden. Aber die Wahrheit ist: Blaue Augen sind willkommen, braune werden geschlagen und und wie Tiere behandelt. Aber es kommt der Tag, an dem Europa diese Rechnung bezahlt.

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    • user
      Arye-Isaac Ophir, Israel 07.07.2022 At 16:53

      Ja, es gibt tatsächlich Flüchtlinge und "Flüchtlinge", es gibt sogar solche die es Danken, wenn sie ein Dach über dem Kopf erhalten und solche, die fordern, als wären wir ihre Schuldner.

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    • user
      Arye-Isaac Ophir, Israel 08.07.2022 At 11:20

      Also hab ich zu verstehen dass Ihr Unglueck die Rasse des Gastgebers ist. WARUM schreiben Sie uns nicht einfach mal ueber Ihr wahres Unglueck, naemlich als was und wie Ihr eigenes Volk und Rasse sie misshandelte und damit zur Flucht trieb?

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  • user
    Arye-Isaac Ophir, Israel 03.07.2022 At 08:24

    Es gibt gute Gründe die ukrainischen Flüchtlinge willkommen zu heissen. Zum einen der uns verpflichtenden Menschlichkeit wegen, zum anderen aber vielleicht auch als Gelegenheit um sie mit den Normen der westlichen Zivilisation zu konfrontieren in der Hoffnung damit positiven Einfluss auf den Charakter einer zukünftigen Ukraine zu erwirken. 

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